A veces es complicado hacerse una idea de la contaminación que puede provocar cualquiera de los productos que consumimos habitualmente. Por ejemplo, nuestra camiseta favorita. Si no estás muy habituado a hacerte este tipo de preguntas, es posible que pienses en lo que contamina tu camiseta si no se tira al contenedor. Si estás más habituado, puede que se te ocurra que el procesado del algodón puede conllevar algún tipo de contaminación o que esta deriva del empleo de las tintas con las que se ha teñido. Pero igual te costaría más intuir que el impacto sobre los recursos hídricos de tu camiseta puede ser de 2.495 litros o lo que es lo mismo, mientras tu camiseta apenas ocupa algo menos de un metro cuadrado su impacto en términos de volumen de agua equivaldría a más de 7.500 latas de Coca-Cola juntas.
Este dato ha sido recogido por la Water Footprint Network (WFN), una organización no gubernamental que tiene entre sus objetivos promover el uso sostenible del agua dulce. Para ello, ha desarrollado una metodología que permite a individuos y organizaciones calcular el impacto asociado a su consumo de agua. El dato que nos aporta, en este caso esos 2.495 litros, no hace sólo referencia al volumen de agua que se ha consumido durante la fabricación de la camiseta. Incluye además el agua necesaria para el crecimiento del algodón, así como el agua necesaria para asimilar la contaminación que produciría su degradación.
El mayor volumen de agua, más de la mitad, proviene del agua procedente de la precipitación mientras que un tercio viene de las fuentes subterráneas o superficiales, ya que normalmente se trata de un cultivo de regadío. Estos datos corresponderían a un promedio mundial, pero dependiendo de donde haya sido cultivado el algodón los resultados se podrían disparar, así como cambiar la distribución del consumo de agua.
Si realmente eres un experto, ya te habrás dado cuenta de que estábamos hablando de la huella hídrica, y que los anteriores conceptos se denominan huella azul (el agua consumida de fuentes superficiales y subterráneas), verde (la evapotranspirada) y gris (la contaminada). También habrás sido capaz de intuir los componentes directos e indirectos de la huella hídrica y conocerás algunas de las herramientas que se utilizan para su cálculo. En cualquier caso, para unos y para otros, si os resulta interesante el tema y queréis empaparos un poco más os invitamos a echar un vistazo al curso que la Fundación Vida Sostenible tiene sobre Huella de agua ISO 14046 y Water Footprint Standard.
Elena Pellón
Fotografía: Adobe Stocks
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