¿Qué es una supermanzana? (Superilla en catalán, que es Barcelona donde se están experimentando más en serio). La definición oficial del ayuntamiento de Barcelona es la siguiente: “Una supermanzana es una unidad urbana mayor que una isla o manzana de casas, pero más pequeña que un barrio, con calles pacificadas [en relación con el tráfico].” Para crear una supermanzana, se cogen unas cuantas manzanas de casas y en su interior se marcan nuevas reglas para el tráfico. Por ejemplo, la velocidad máxima de los coches se limita a 10 km/h. Los coches que entran en la supermanzana y no van a un destino en su interior son forzados a girar en redondo y en general obligados a salir de ella. De esta forma, se elimina en el interior de la superilla el tráfico de paso. Las paradas de autobuses se sacan fuera también. Por el contrario, peatones y ciclistas campan a sus anchas en la superilla.
Hay varias superillas en Barcelona, en diversas fases de realización (en el Poblenou, en la Antiga y la Nova Esquerra de l’Eixample, en Sants y Hostafrancs y en la Maternitat y Sant Ramon) y la idea es extenderlas a toda la ciudad. Es un paisaje urbano muy distinto del actual. En el interior de la supermanzana, se reduce el ruido, la contaminación y el riesgo de accidentes. La gran cantidad de espacio urbano antes dedicado al coche se devuelve al peatón y a elementos de la naturaleza, como jardines, así como a espacios de juego y deporte (en realidad, es tanto el espacio dedicado al automóvil que las primeras fotos del interior de las superillas resultaban algo desoladas). La gente puede pasear sin esquivar los coches. Los niños pueden jugar en la calle sin temor a ser atropellados. Todos los vecinos deberían apreciar las superillas, pero el caso es que hay oposición, y bien ruidosa.
La supermanzana de Poblenou es la que da más que hablar. Acaba de cumplir medio año de vida y ya se puede hacer un balance. El Ayuntamiento considera la experiencia un éxito y va a dar paso a la segunda fase, igualando la calzada con las aceras e instalando zonas ajardinadas, juegos y otros equipamientos. Entre los vecinos, hay un grupo de entusiastas y otro que ha creado una Plataforma de Afectados por la Superilla del Poblenou, como si fuera una plaga. Hay varios motivos de descontento, como la dificultad de aparcar para los vecinos que tienen coche o el incremento del ruido y la contaminación en las calles que delimitan la supermanzana. Pero el motivo de fondo para rechazar la superilla es el temor a un espacio urbano solitario, silencioso, delincuencial: “la quasi nul·la circulació de vehicles unida a la baixíssima densitat de veïns convertirà l’interior de la super-illa en un desert mal il·luminat al mig de la ciutat.”
Esta objeción se ha hecho una y otra vez en cuanto se ha propuesto peatonalizar cualquier calle de cualquier ciudad: hundimiento del comercio y de la economía, inseguridad ciudadana, etc. Los hechos han probado lo contrario una y otra vez: el comercio se multiplica y el espacio urbano florece (literalmente, ya que las plantas pueden vivir más a sus anchas si no hay tubos de escape cerca). Pero el automóvil no es un elemento urbano más como las papeleras, es algo casi sagrado. Al final, todas las críticas a cualquier programa de reducción del uso del vehículo privado en la ciudad terminan lamentando “las políticas que odian el coche”. El problema es que los amantes del coche no practican su afición en carreteras apartadas, sino que lo hacen en nuestra misma casa, en nuestra ciudad.
Fotografía: www.timeout.es/barcelona/es/arte/la-superilla-mola-mogollon
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