Tal vez deberíamos empezar por lo que no es la protección del medio ambiente y la sostenibilidad para una empresa. No es un enemigo, ni un engorro, ni un inversión, ni una oportunidad de negocio. Es, sencillamente, el mundo real en el que vamos a vivir el resto de nuestra vida empresarial. Por esta razón, no conviene tratarlo como un departamento más de la empresa, “los de medio ambiente” que están en algún despacho lejano y a los que no se hace mucho caso. Ese error lo cometió la mayor empresa automovilística del mundo, Volkwagen. En lugar de fabricar coches de emisión cero, estuvo décadas forcejeando con el gobierno de la UE para retrasar la entrada en vigor de las normas que limitan la emisión de contaminantes de los coches convencionales, y al final no le quedó más remedio que falsear los datos. Un momento, ¿fabricar únicamente coches de emisión cero? ¿eso es posible? Pues todavía no, o más bien no del todo, pero ese es precisamente el trabajo de toda empresa que quiera sobrevivir en este mundo ultra-competitivo: adelantarse al futuro.
No se trata de tirar por la borda años o décadas de esfuerzo empresarial para hacer algo totalmente distinto a partir de cero. Se trata de recorrer un camino, un SustainTrek, la ruta hacia la sostenibilidad. Todas las empresas pueden hacerlo. Todas pueden dar pasos en la dirección de la sostenibilidad: por ejemplo implantando un EMAS (sistema de gestión ambiental), midiendo la huella de carbono o ambiental de sus productos, consiguiendo ecoetiquetas que los distingan de la competencia. Pero eso es la parte visible y más fácil del trabajo, en realidad la consecuencia de los esfuerzos que hagamos para avanzar hacia la sostenibilidad.
Lo fundamental no es el sistema de gestión, la tecnología o la obtención de financiación. Todo eso es muy importante, pero no servirá de nada sin una nueva cultura de empresa. Se trata de implicar a todos los grupos de interés de la empresa en la ruta hacia la sostenibilidad. Los trabajadores deben organizar y diseñar los nuevos procedimientos y objetivos “hacia la sostenibilidad”: no sirve de nada que la alta dirección haga llover sobre ellos fantásticos planes y prolijos manuales de operaciones. Los proveedores deben saber que ellos también deberán cambiar sus suministros. Los consumidores deben conocer la nueva oferta de productos, que deberán ser buenos para su bolsillo, su salud y su planeta. No se puede avanzar hacia la sostenibilidad en solitario.
Algunas trayectorias hacia la sostenibilidad se están popularizando mucho entre las empresas: abandonar paulatinamente las energías fósiles, adoptar las finanzas éticas, diseñar planes de movilidad de empresa, propiciar la conciliación de la vida familiar y profesional, implantar una economía circular. Hay muchas, cada empresa puede buscar las suyas propias. Además, podemos contar con un paso hacia adelante muy importante, un nuevo consenso mundial acerca de la sostenibilidad. La reciente cumbre de París (COP21) ha terminado con 195 países estampando su firma en un documento por el que se comprometen a luchar contra el cambio climático mediante cambios importantes en nuestro modelo energético, económico y social. Ese es el mundo real en el que se va a mover la empresa en las próximas décadas.
Jesús Alonso Millán
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