El carspreading, a juzgar por la etiqueta que circula en Twitter, se refería originalmente a la mala costumbre que tienen algunos conductores de ocupar con su coche varias plazas de aparcamiento en lugar de una sola. Pero el concepto se puede extender a un mundo mucho más vasto, que es el uso molesto del automóvil, especialmente en la ciudad. Por ejemplo:
• Picnic en el automóvil.
Quedarse dentro del coche con el motor encendido y el aire acondicionado a tope. Por las razones que sean, hay personas que pueden pasar así horas, jugando a Apalabrados o leyendo el periódico. El ruido del motor y la expulsión de aire caliente del aire acondicionado se unen para crear un verdadero incordio en cualquier calle, sobre todo si está apartada y tiene poco tráfico.
• Acelerar para intimidar.
Un clásico del carspreading. En lugar de reducir la velocidad cuando se acercan a un paso paso de cebra, algunos conductores aceleran, con la esperanza de asustar a los peatones que se disponen a cruzar y hacer que se queden quietos.
• Hostigar a los rezagados.
Una verdadera plaga en el cruce de los semáforos, especialmente para los ancianos y personas con movilidad reducida. Consiste en dar breves acelerones al coche, que parece que se va a lanzar contra los peatones que todavía no han llegado a la acera salvadora.
•Ocupar la acera.
En este caso, el coche se coloca en mitad de una vía de paso sin dejar espacio para los peatones salvo la calzada y la única solución para seguir adelante es rodearlo, con peligro de ser atropellado, o bien caminar por encima del vehículo.
•El acelerón repentino.
Cuando algunos conductores se encuentran con una calle despejada ante su vehículo, en lugar de continuar la marcha a velocidad normal aceleran bruscamente, recorren a velocidad de vértigo cincuenta o sesenta metros y frenan bruscamente acto seguido. Nadie ha encontrado todavía una explicación racional de este comportamiento.
• La música a tope.
Habitual por las mañanas de los días festivos. Con los altavoces del coche a punto de estallar y las ventanillas bajadas, se recorren barrios tranquilos dejando detrás una estela de sonido atronador.
•El carro de combate urbano
Circular por la ciudad en un vehículo de dos toneladas y media de peso y tan alto como una casa, que lanza gases de escape por el tubo de escape en gran cantidad y ocupa tanto espacio como un autobús pequeño.
Ninguna de estas conductas está mal vista, todas se aceptan como algo normal y cotidiano. Es curioso que haya infinidad de recopilaciones de conductas molestas de los conductores para otros conductores y tan pocas de conductas nocivas de conductores para los peatones y para el medio urbano. En realidad, utilizar un vehículo grande, ruidoso, pesado y contaminante para transportar a una sola persona a la velocidad de 15 km/h en un trayecto de unos pocos kilómetros es la principal molestia, multiplicada por cientos de miles, que provoca el uso del coche en la ciudad.
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