La palabra clave es transición –hacia la sostenibilidad. La verdad es que no tenemos más remedio que hacerla, si no queremos legar un mundo desastroso a nuestros descendientes. ¿Cómo vamos a hacerlo? Aquí te proponemos un método gráfico y sencillo para que tu transición personal hacia la sostenibilidad se haga de la manera más fácil y provechosa posible.
El mapa de movilidad
Necesitas un mapa de tu área cotidiana de desplazamientos, en papel o en pantalla. Puede ser útil usar Google Maps, que te permite marcar los itinerarios con precisión. Dibuja tus trayectos diarios, los semanales y otros más espaciados y esporádicos que recuerdes. Con todo esto verás claramente tu pauta de movilidad.
Marca los trayectos que haces en cuatro apartados, de menos a más sostenibles: coche, transporte público o coche compartido, bicicleta o similar y a pie. ¿Cuántos trayectos podrías cambiar en la dirección de la sostenibilidad? Por ejemplo, sustituir un trayecto diario en tu coche por otro en coche compartido eléctrico, o en bicicleta.
Afina los resultados comprobando si puedes sumar trayectos dentro de tu hogar (por ejemplo, combinar la recogida de infantes del colegio con las compras) o fuera de él –si algún compañero de trabajo tiene un trayecto coincidente y podéis compartir vehículo, por ejemplo.
La mesa semanal
Necesitas una mesa amplia y la compra de la semana. Coloca los alimentos ordenados por tipos sobre la mesa y a continuación examina el resultado. Puedes hacerte preguntas como estas: ¿cuál es la proporción entre carne y vegetales?, ¿y entre alimentos frescos y empaquetados?, ¿dónde está el azúcar? (lo encontrarás en gran cantidad en los refrescos y los paquetes de cereales de desayuno), ¿cómo de largas son las etiquetas de los productos envasados?
El color general es un buen indicador. Las mesas “marrones” abundan en precocinados, dulces y productos fritos y para freír: bollos, galletas, empanadas, pizzas. Una mesa muy colorida y con muchos productos frescos indica variedad de frutas y hortalizas.
La historia de las facturas
Necesitas todas las facturas de suministros que puedas encontrar, en papel u online. Se trata de recopilar y ordenar las facturas corrientes de gastos domésticos, especialmente las de energía, electricidad, agua y algunos consumibles.
A continuación, manualmente o con un buen programa de gráficos, examina la evolución de los consumos. Es algo que casi todos hemos hecho con el recibo de la luz. Con un poco de suerte verás consumos decrecientes, lo que indicaría un control de nuestro uso de la energía, el agua, el gas, etc. (siempre que no se trate de pobreza energética, que es algo muy distinto). Si los consumos crecen, puede ser la hora de establecer algunas medidas para ahorrar, como bajar un par de grados el termostato de la calefacción.
Los tres montones de ropa
Separa tu ropa en tres montones: lo que te pones habitualmente, ocasionalmente y nunca.
Necesitarás entre un cuarto de hora y varias horas. (Si necesitas mucho tiempo para hacerte una idea de lo que contiene tu armario, tal vez seas un coleccionista de ropa y no debas seguir leyendo esta parte). El montón más interesante es el tercero. Descubrirás prendas que te has puesto una sola vez o que incluso no te has puesto nunca.
La idea general es que puedes ahorrar dinero y reducir tu huella ecológica ajustando tus compras de ropa. Puedes comprar menos prendas pero más duraderas, o adquirir ropa de segunda mano. Se trata de reducir a cero el tercer montón.
El armario de la limpieza limpio
Abre la puerta del armario donde guardas los productos de limpieza, que suele estar debajo del fregadero. Sácalo todo y colócalo bien a la vista. A continuación, aparta todos los productos que no hayas usado en varios meses y todo lo que ostente símbolos como estos.
Por ejemplo, los quitagrasas agresivos y las lejías especiales llevan símbolos indicando que son tóxicos y/o corrosivos.
Lo más normal es que te quedes con algo de jabón, un estropajo y una bayeta. No necesitas nada más para hacer la limpieza. Puedes sustituir las lejías y productos quitagrasa por vinagre, bicarbonato, limón, etc.
El museo de los residuos
Todos conocemos las fracciones principales de los residuos domésticos: materia orgánica, mezclada o sin mezclar con otros restos, envases ligeros, vidrio, papel y cartón. Pero el mundo de los residuos es mucho más rico: hay otras varias fracciones con las que tal vez no sepas qué hacer. Por ejemplo: aparatos electrónicos, medicamentos, pilas, lámparas, aceite usado, aparatos electrónicos, radiografías, botes de pintura a medio vaciar, ropa, zapatos, juguetes, maquinillas de afeitar, etc., etc.
A continuación, averigua lo que se puede hacer con ellos. Muchos tienen un destino especial, por ejemplo los medicamentos caducados deben llevarse (con su envase completo) a cualquier farmacia. Las pilas se pueden llevar a cualquier supermercado, las lámparas… ¿dónde las llevamos?
Necesitarás varias cajas y bolsas y un ordenador conectado a internet para separar correctamente todas las fracciones de residuos que hay en tu casa y ver qué destino le corresponde a cada uno. Muchos ayuntamientos tienen un departamento que se encarga de ello y que te podrá informar con detalle.
La exposición universal de plásticos
La próxima vez que hagas una compra regular en un mercado o supermercado, separa los envoltorios, envases y bolsas desechables de plástico y ponlas en una mesa clasificadas.
Verás una cantidad considerable de bolsas, cajas, blísters y tarrinas, bandejas, sobres, anillas, packs, etc.
Aquí la idea principal es reducir la cantidad de plásticos efímeros que compras junto con tus alimentos y artículos de compra cotidiana. Puedes comprar la fruta y la verdura a granel y evitar así las bandejas de poliespán, o las legumbres en saquitos de tela o de papel en vez de plástico, etc. Con el tiempo puedes llegar a ser un virtuoso en esto de evitar la compra de residuos plásticos.
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