¿Qué tienen en común la bicicleta, la agricultura ecológica o el aislamiento térmico? Lo primero que se nos ocurre es que son tres elementos importantes del mundo sostenible que queremos construir y que tiene una etapa crucial hasta 2030, el año de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) aprobados por todos los países miembros de la ONU. Hay otra cosa que tienen en común las bicicletas, la agroecología y la construcción climática: no nacieron ayer precisamente. Son saberes, ciencias y tecnologías muy veteranas, que ahora vuelven a estar en auge (tras años de ninguneo) porque son soluciones que necesitamos urgentemente para un mundo viable y que abandonamos en su día por una serie de circunstancias. Vamos a ver unas cuantas más.

 

Las tiendas de ropa de segunda mano

La venta de ropa usada comenzó hace miles de años, pero siempre de manera discreta y asociada a un modelo de comprar poca ropa y hacerla durar mucho, y de pasar las prendas de mano en mano, entre familiares y amigos. A mediados de la década de 1960 la compra de ropa se bifurcó: por un lado, y copando la gran mayoría de las ventas, ropa muy barata y fabricada en masa (fast fashion). Por otro lado, con una pequeña proporción de las ventas, ropa de segunda mano ya no vergonzante, sino glamurosa, que ahora parece ser un modelo triunfante. Recientemente, la casa Levi’s arroja más leña al fuego con su lema “Buy better – wear longer”, que parece escrito por nuestros abuelos y tatarabuelos.

 

Los productos ultra-duraderos y multi-reparables

Puede que ni siquiera sepas dónde está la tienda más cercana a tu casa que se dedica a la reparación de calzado, o que la conozcas solo porque además hacen copias de llaves. Hace aproximadamente medio siglo, la ciudad estaba llena de tiendas donde hacían reparaciones: de calzado, artículos de cuero (guarnicionerías), ropa, muebles (carpintería), electrodomésticos, menaje de cocina y muchas otras cosas. Hoy en día han desaparecido casi todas, siendo sustituidas por los talleres de reparación de automóviles, uno de los pocos artículos de consumo que no se tira cuando sufre una avería. Volveremos a aquellos tiempos gracias a leyes recién promulgadas, que establecen el “derecho a reparar”.

 

Las energías renovables

En una escala temporal de solamente mil años, la era de las energías fósiles puede verse como una súbita irrupción que comenzó hace solamente dos siglos y está próxima (en unos cincuenta años más) a su desaparición. En España, el carbón ya ha sido casi erradicado y el petróleo dejará de tener la importancia que tiene hoy en dos o tres décadas. El gas natural será probablemente la última energía fósil en desaparecer. Las renovables están tomando rápidamente el relevo de las energías fósiles y de la nuclear. Volvemos a la situación de 1800, pero con diferencias importantes: la electrificación y la posibilidad de convertir directamente la luz solar en electricidad.

 

El coche eléctrico

El coche eléctrico se acerca a la paridad en prestaciones y precio con el coche térmico, algunos expertos dicen que esta llegará tan pronto como 2025. Es un retorno a la situación de 1900 aproximadamente, cuando se vendían tanto coches eléctricos como de gasolina. Aunque usted no lo crea, en 1902 se anunció un coche de patente Edison capaz de recorrer 160 km sin recargar. Se reconocía por entonces que el coche eléctrico era el futuro de la automoción, aunque faltaba por resolver del todo el problema de la autonomía de las baterías. Casi un siglo y cuarto después, se dice exactamente lo mismo del coche eléctrico. Parece un caso extraño de congelación tecnológica. Téngase en cuenta que en estos últimos 119 años se han inventado, entre otras cosas, la aviación, la informática y la célula fotovoltaica.

 

La pacificación del tráfico y la coexistencia de peatones y vehículos (la ciudad lenta)

Viendo películas impresionadas hace un siglo o algo más de cómo funcionaba el tráfico urbano se ven varias cosas interesantes. La velocidad de los vehículos era reducida –aproximadamente la velocidad de un caballo al paso, 6-7 km/h. Los tranvías y autobuses no eran mucho más rápìdos. No se ven dos corrientes rígidamente separadas de peatones por un lado y vehículos por otro, reguladas por semáforos, sino una coexistencia de viandantes, coches, tranvías y carros en la vía pública. Hacia 1930 se instalaron los primeros semáforos y las calles se convirtieron en autopistas urbanas. En 2021 entró en vigor la limitación de velocidad en ciudad a 20 y 30 km/h (en vías de un solo sentido) y cada vez se peatonalizan más calles, eliminando de ellas los semáforos. ¿Volvemos a 1900?

 

El flexitarianismo

El 90% de la humanidad, durante los últimos 5.000 años, ha sido flexitariana, cuando no francamente vegetariana o incluso vegana. La época actual está viendo el auge de estas tres opciones alimenticias, pero ahora (en los países ricos al menos) por decisión voluntaria y no obligados por las circunstancias. La opción flexitariana se está revelando como la mejor opción para la salud, el bolsillo y la conservación en buen estado de nuestro planeta. Es la cocina de la abuela o su versión actual, la cocina de los nietos.

 

El tranvía

Los primeros tranvías fueron arrastrados por caballos, y hubo algunas versiones con máquina de vapor, pero desde hace más de un siglo son eléctricos, bien adaptados al espacio urbano. El tranvía es imbatible en términos de coste y eficiencia en el transporte urbano de pasajeros. No necesita obras caras como el metro, simplemente tender los carriles, y puede multiplicar su frecuencia de manera muy flexible para atender las horas punta. Su único problema es que estorba el tráfico de coches privados. Desaparecido de nuestro país hacia 1970, el tranvía está regresando con fuerza como un medio de transporte 100% sostenible.

 

Las legumbres

El flexitarianismo tenía y tiene truco: las legumbres. Son cápsulas de alimento completo y concentrado, mejor todavía si se combinan con cereales. En su versión seca son de almacenamiento imperecedero, sin consumo de energía. Su cultivo repone la fertilidad de la tierra, pues son capaces de propiciar la captura directa del nitrógeno de la atmósfera. Este conjunto de impresionantes propiedades no ha librado a lentejas, garbanzos, alubias y similares de caer en desgracia. En el último medio siglo su consumo se ha dividido por cuatro. El cocido de garbanzos, antaño plato popular, se ha convertido en una delicatessen. Esta situación está cambiando, gracias en parte al auge del veganismo, que utiliza las legumbres como sustituto de la carne. Sin olvidar las legumbres que se venden ya cocidas en bote de cristal.

 

El coche utilitario

El automóvil eficiente, capaz de llevar cuatro o cinco personas con un peso de poco más de 500 kilos, está inventado desde hace ochenta años aproximadamente, y tuvo su gran época hacia 1960. Este tipo de vehículos ligeros necesitan poca energía para moverse, puesto que su peso por persona transportada puede ser tan bajo como 100 kilos. Su velocidad punta era reducida, así como su tamaño. Su problema era la falta de seguridad derivada de una construcción algo endeble (no en vano al Renault 4L, un modelo de este tipo, le llamaban “cuatro latas”). La industria del automóvil comenzó a ofrecer modelos cada vez más grandes y pesados, con la seguridad como argumento principal. Estos coches-fortaleza (los SUV) son los más vendidos actualmente. Tienen un índice de eficiencia en términos de peso del vehículo/peso de las personas transportadas en él tres o cuatro veces inferior a la de un utilitario, del orden de 300-400 kilos. Pero el coche utilitario no ha muerto, no solamente en versiones actuales de coches mínimos, como el fracasado Tata Nano, sino en versiones eléctricas de modelos como el Renault 4L, Seat 600 o Citröen 2CV. Los sistemas inteligentes de conducción y la reducción general de los límites de velocidad garantizan elevados niveles de seguridad sin convertir a los coches en fortalezas.

 

Los envases retornables y el residuo cero (zero waste)

Ir a la compra con capacho, carrito, tarros, bolsas y botellas vacías es un gesto muy moderno de personas concienciadas. También es la manera en que se hacía la compra hace algo más de medio siglo. Antes de la era del plástico desechable, los envases de usar y tirar simplemente no existían. Las botellas de vidrio se rellenaban y se entregaban vacías a cambio de una pequeña cantidad. Los tarros se reutilizaban directamente o se colocaban a otra persona que así lo hacía. Papeles y cartones se guardaban aparte y se llevaban periódicamente al cartonero, a cambio de dinero. Incluso las latas grandes de hojalata se reutilizaban. Esta vida casi “zero waste” está regresando, al menos como objetivo más o menos lejano de la economía circular. ¿Y qué pasa con el plástico y otros materiales desechables? Ahora mismo es difícil comprar leche o refrescos en otro tipo de envase que no sea plástico o brick, pero tal vez veamos dentro de poco circuitos de devolución y retorno para estos materiales.

Jesús Alonso Millán

Imagen: fragmento de un anuncio de aerogeneradores publicado en el Calendario del Payés para el año 1944, publicado por el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, Barcelona, 1943.