Con tantos millones de personas hambrientas, el desperdicio de alimentos es una falta de respeto a la humanidad y al planeta. El excedente de alimentos no llega a quienes lo necesitan, se desperdicia ocasionando grandes pérdidas para los supermercados, para los hogares, para los ayuntamientos que se tienen que ocupar de la gestión de esos residuos y para el planeta que tiene que aguantar los impactos de la agricultura.
Países como Francia, Holanda, Dinamarca, entre otros, han regulado iniciativas para paliar este problema. Por ejemplo, para donar alimentos con fechas vencidas a organizaciones benéficas, para señalar en el etiquetado fechas de consumo de preferente de los alimentos, para informar al consumidor sobre la seguridad de consumir productos con fechas vencidas. Otras iniciativas consisten en supermercados físicos y online de productos con fechas próximas a caducar.
Minimizar el desperdicio de alimentos o su eliminación produce efectos positivos sobre el medio ambiente, se evitan millones de toneladas en los vertederos y con ello la generación de metano y otros gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. También hay otros factores que contribuyen a esta generación de GEI como la producción, distribución y gestión de los embalajes de los alimentos.
El problema del desperdicio de alimentos no solo es asunto de los productores y comercializadores, sino y sobre todo, es un asunto crucial en los hogares. Tanto los hogares donde hay niños y adolescentes que consumen muchos alimentos de todo tipo, como de aquellos hogares de parejas o unipersonales que tienden a consumir alimentos en pequeño formato, alimentos precocinados, preparados y, por tanto, a generar muchos envases. Ante esto, se plantean varias políticas de gestión ambiental, como pueden ser aquellas:
• Que se enfocan a la comunicación y educación de hábitos del consumidor sobre la porción y el tamaño de la compra para adquirir lo estrictamente necesario, lo que evidentemente se va a consumir, para evitar el consumo desmesurado al que engatusan las ofertas de 2 x 1 o paga 2 y lleva 3. Y enfocadas a los vendedores para ofrecer cheques de descuento para la siguiente compra que, en este caso posibilitan al consumidor adquirir la siguiente unidad cuando se agote la primera, y al vendedor a ganar clientela o asegurarse que el cliente vuelva.
• Que disminuyen los precios de aquellos alimentos cercanos a su fecha de vencimiento.
• Que comunican y sensibilizan al vendedor y al comprador para valorar los productos por su calidad y no solo por su apariencia. Un buen ejemplo es el caso de los pepinos, los productores son los primeros en desperdiciar aquellos ejemplares curvos porque se acomodan mal en las cajas mientras que los rectos son fáciles de acomodar y transportar; los vendedores y consumidores acostumbrados a ver pepinos rectos desprecian los curvos. En general, la tendencia ha ido o va normalmente a despreciar las frutas y verduras de apariencia fea, nos han acostumbrado a consumir formas perfectas, brillantes y tersas. Cuando la realidad de la naturaleza es irregular y lo fresco y natural tiende a maltratarse con facilidad. Por ejemplo, un tomate muy feo probablemente tenga mejor sabor.
Algunos supermercados optan por incorporar estos alimentos frescos troceados en ensaladas y porciones preparadas para cocinar o cocinadas.
• Que transmiten adecuadamente sobre el información de las etiquetas de los alimentos. Hay que entender que la fecha de vencimiento se refiere a la calidad de los alimentos y generalmente no a la seguridad del mismo. Quiere decir que es un indicativo de “consumir preferentemente antes de” que después de esa fecha el alimento no estará en su mejor momento pero sigue siendo comestible. Lo mejor es oler e inspeccionar el producto.
• Que ofrecen aplicaciones (Apps) y mecanismos para compartir comida preparada y fresca entre personas cercanas, del barrio. Un ejemplo es la aplicación OLIO, se anuncian como la “revolución para compartir comida y evitar el desperdicio” , es gratuita, permite conectar con vecinos entre sí y con tiendas locales; es como un Wallapop de los alimentos en el Reino Unido.
A modo de conclusión, el desperdicio de alimentos es un problema de los productores, de los supermercados y de los hogares en el que cada uno puede hacer algo para minimizarlos o eliminarlos. Hay muchas grandes ideas en marcha y otras tantas que se pueden poner en práctica.
Resumen de un artículo de Caroline Hibbs: Some ideas to reduce food waste in UK… and anywhere
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