En 2019 la Comisión Europea aprobó una Directiva para reducir el impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente –incluyendo los envases de poliestireno–, medida que entrará en vigor en España en enero del 2023. El 7 de junio de 2022 el Gobierno de España aprobaba el Proyecto de Ley de Prevención de la Pérdidas y el Desperdicio Alimentario que, entre otras cosas, aboga por la reducción de los productos envasados y una apuesta por los productos a granel.
En septiembre de este mismo año, la Comisión Europea aprobó el Reglamento 2022/1616 en el que se exponen criterios y obligaciones para la producción de plástico reciclado. La tendencia por la reducción de los plásticos en la alimentación sigue su curso y recientemente se ha filtrado información sobre la nueva directiva sobre envasado y empaquetado que la Unión Europea quiere aprobar.
Uno de los objetivos que aparece en este borrador es el de aumentar la tasa de reciclaje hasta un 70% para el 2030 estableciendo mínimos según materiales: 55% de plástico, 30% de madera, 80% de metales ferrosos, 60% de aluminio, 75% de vidrio y 85% de papel y cartón. También establece mínimos de contenido de material reciclado: un 50% para las botellas de bebidas de un solo uso y un 45% para envases de otros tipos.
El problema para conseguir estos objetivos es que no se prevé que se normalice un método para calcular el contenido de material reciclado hasta el 2029. Poco antes, en el 2027, la Comisión proyecta adoptar criterios de reciclabilidad de tal manera que, para 2030, todos los envases comercializados puedan ser reciclados. Es decir, que esta Directiva pretende aumentar la tasa de reciclaje, la cantidad de material reciclado incluido en los envases y eliminar los envases que no se pueden reciclar.
Para incidir más en la gestión de envases, el borrador plantea objetivos a los países miembros sobre la reducción de envases generados per cápita. Concretamente, propone reducir un 5% más para el 2030 y un 15% para el 2040. Para ello sugiere fomentar la reutilización para que, en el 2030, el 30% de los envases de bebidas llenados en el punto de venta sean reutilizables y aumente hasta un 95% en el 2040. Para las bebidas de otro tipo, y sin incluir el vino y los licores, los objetivos son del 20% y el 75% respectivamente.
Otro novedad que introduce este borrador es la estipulación de que sean compostables las bolsitas de té, las cápsulas de café desechadas junto con los productos de café usados, las etiquetas adhesivas adheridas a frutas y verduras y las bolsas de plástico “muy ligeras”.
Estas y otras medidas son las que la Comisión debe presentar en su propuesta del 30 de noviembre como parte de un paquete de medidas más amplio relacionado con la economía circular. Son medidas necesarias aunque algunas organizaciones mantienen la duda sobre los marcos tan a largo plazo que establece y la capacidad de los Estados Miembros para hacer cumplir dichos objetivos.
Darío Montes
Fotografía: Nick Fewings en Unsplash
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