Europa entera tiembla, y no de frío. Algunas de las enormes tuberías que transportan gas y petróleo desde el este a nuestro simpático continente están ya cortadas o a punto de serlo. Nos quedaremos sin energía para nuestros vehículos privados, cocinas, aire acondicionado y calefacción.
Todos los países de la UE, de manera más o menos formal, están empezando a asustar a su ciudadanía, pintando un feo panorama energético para los próximos meses y años. Es verdad que la diferencia entre la situación apocalíptica que nos pintan y lo que nos piden que hagamos es notable. Por ejemplo, el plan alemán de ahorro fue presentado con estas palabras: «No se trata de oler mal o de ducharse menos, sino de hacerlo pensando en la eficiencia energética».
En general, todos los gobiernos están hablando de subir un poco la temperatura del aire acondicionado (26 o 27 grados) o bajar un poco la temperatura de la calefacción (21 o 20 grados). Con estas medidas se espera un ahorro del orden del 10%, que es importante pero no decisivo, visto en el contexto global.
¿Existe la posibilidad de llevar a cabo ahorros realmente importantes? Es decir, del orden del 50% del consumo privado. Eso equivaldría a algo menos del 20% del consumo total del país. ¿Podemos conseguir semejante ahorro girando levemente el indicador del termostato o acortando un poco el tiempo de ducha? No es probable, aunque todas estas acciones ayudan. Además, hay una línea muy fina entre bajar la temperatura de la calefacción y pasar frío, algo que reduce drásticamente nuestra calidad de vida y afecta muy negativamente a nuestra salud.
Felizmente, hay otras técnicas que pueden ayudarnos a disminuir nuestro gasto de energía que no reducen para nada nuestra calidad de vida. Un editorial de El País da una pista: “Volver a secar la ropa al aire en lugar de utilizar la secadora puede ser incómodo, pero nada comparable con lo que representaría tener que aplicar restricciones generalizadas”. Efectivamente, secar la ropa en secadora es absurdo en el 90% del territorio de España. Es un ejemplo de libro de sobredimensionamiento. Tiende la ropa al sol y, además de ahorrar toda la energía de secado, la aireas y desinfectas. Todo son ventajas. Esto se aplica a muchos aparatos solo en apariencia necesarios para la vida, como el lavavajillas o el aspirador. Simplemente deja de usarlos, no vas a perder nada.
Como era de esperar, el principal filón para reducir drásticamente el consumo de energía es el coche. Es decir, el vehículo demasiado grande y pesado que usas para trayectos que podrías hacer fácilmente en transporte público, bicicleta o incluso andando. Deja el coche aparcado, deja de alimentarlo con gasolina o gasóleo y notarás un descenso brusco de tu nivel de consumo de energía.
Otros filones son el aire acondicionado (en muchos casos, puedes sustituirlo por una buena ventilación cruzada y/o un ventilador bien situado) y el termo eléctrico (simplemente apágalo después de la ducha, y no lo vuelvas a encender hasta el día siguiente). Por desgracia, la calefacción no suele ser un buen ejemplo de sobredimensionamiento, más bien al revés. Pero hay casos de calefacciones antiguas mal reguladas que obligan a abrir las ventanas los días de invierno soleados, en que simplemente instalar un termostato haría milagros.
Hay muchas más vetas menores para ahorrar energía de forma radical. La principal es tal vez la eliminación del stand-by, que se lleva entre un 6 y un 10% del consumo eléctrico total del hogar. Conecta todo ese lío de routers, decodificadores, televisores, aparatos de música, etc, a una regleta y apágalos todos de golpe.
Otro apartado importante es condicional: si tienes que reponer cualquier aparato de la casa, cómpralo del tamaño que realmente necesitas. Por ejemplo, para una familia de tres miembros un frigorífico de 200 litros, no un dos puertas de 400, es más que suficiente. O un termo de 30 litros, no de 100. Eso es casi más importante que la etiqueta energética de clase A, que también es interesante.
Y luego llegamos al terreno de la vida cotidiana, y es cierto que podemos ahorrar mucho con gestos hábiles en el manejo de los aparatos de la casa. Aquí entra el termostato a 27ºC en verano (si tienes el lujo de una instalación de aire acondicionado) y a 20ºC en invierno (si dispones de calefacción), o la ducha de cuatro minutos en vez de seis. Y muchas más cosas, algunas de las cuales puedes consultar aquí. También puedes realizar estas dos encuestas, de consumo de energía y de transporte, para encontrar otras ideas sobre el ahorro de energía.
yo me pregunto: ¿estos hijos de puta globalistas, politicos y demás mala calaña, van a reducir su consumo en algo?
El calor es tan fácil de manejar, o mas que el frio, con uno, o varios ventiladores.
Los ventiladores no bajan la temperatura de las estancias, pero, sin absolutamente ninguna duda, refrescan de forma sorprendente a las personas sumergidas en su chorro por una fracción infima del consumo energético del AA.
Con velocidades del viento de hasta 3 metros/segundo, la mayoría de las personas se sienten térmicamente confortables con temperaturas ambientes de hasta 30ºC…
No qué va que no hay exceso de calefacción, la mitad de la población vive en zonas costeras con necesidades pequeñas de calefacción, y los que vivimos en el interior tampoco necesitamos 24h de calefacción como están encendidas muchas calderas comunitarias. Por más frío que haga en la calle, hay nórdicos ligeros que abrigan muchísimo. Pero si estamos a 40 de día y 25 de mínima, sin AA no hay quien descanse. El frío se puede combatir de muchas maneras, el calor es más difícil. En España hay veranos extremos pero los inviernos, que nunca fueron extremos, simplemente han dejado de existir.
De todas formas, que cada uno se administre según sus necesidades, no puede ser que los frioleros quieran imponer sus criterios.