Dentro de un década, en 2030, será el momento de revisar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2030), la gran hoja de ruta mundial hacia la sostenibilidad. ¿Cómo puede contribuir un estudio sobre la evolución de los estilos de vida a estos ambiciosos objetivos? La situación actual es de clara transición hacia un modelo económico y social más sostenible, como muestra la eclosión de nuevos conceptos como la economía circular, los coches autónomos y compartidos, la erradicación del plástico desechable, el deseado freno a los alimentos ultraprocesados, el esperado autoconsumo eléctrico, etc.
Parece claro que estamos en un cambio de modelo de nuestro estilo de vida. La idea general es que debemos pasar de un “consumo derrochador y contaminador” a otro más prudente, eficiente y limpio. Pero, curiosamente, si bien muchos cambios de estilo de vida implican el uso de tecnología avanzada, muchos otros suponen recuperar pautas de vida y de consumo a veces muy antiguas (como ocurre con la economía circular, nueva manera de denominar al antiguo sistema de “devolver el casco”).
Por lo tanto, modificar nuestro actual modelo de vida y de consumo hace necesario averiguar cómo hemos llegado hasta aquí, cuál fue la velocidad del cambio, qué factores influyeron, qué elementos inesperados aparecieron, cómo influyeron unos aspectos en otros, cuál fue el ritmo de cambio en los estilos de vida. Esta información puede ser útil para entender y facilitar la transición a la sostenibilidad, que debemos realizar en nuestro tiempo, con los siguientes diez años como época crucial y la terrible pandemia del Covid-19 trastocando toda clase de planes y previsiones.
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