Reducir nuestra huella ecológica puede ser mucho más sencillo y divertido de lo que piensas.
Llevar una vida de huella ecológica reducida es bueno para la salud, para el bolsillo y para el planeta. Eso nadie lo discute. Pero en cuanto nos imbuimos en la idea de una vida de baja huella, comenzamos a pensar en ecologistas con túnicas hasta los pies, bicicletas con florecillas, huertos urbanos y dietas veganas, todo ello rodeado de un halo de solemnidad.
No es extraño que muchos huyan como de la peste de semejante panorama, el de un culto al planeta que exige renuncias y sacrificios. Pero en realidad puede ser todo lo contrario. Una vida de baja huella puede ser fácil, distraída y divertida.
Hace varios años que aparece y desaparece en Brasil una campaña de ahorro de agua que se llama Xixi no banho (algo así como “mear en la ducha). Es más importante de lo que parece. El uso del inodoro para arrastrar aguas menores puede suponer un 20% del consumo total de agua en una casa. El fundamentalismo ecologista acuñó un eslogan hace años que decía “Si es amarillo, déjalo estar. Si es marrón, tira de la cadena” (“If it’s yellow, let it mellow. If it’s brown, flush it down”), que es completamente inviable a no ser que vivas solo y no te importe el hedor que saldrá de tu baño. La solución brasileña es mucho más elegante, cómoda y divertida.
Hay muchas más soluciones muy fáciles de poner en práctica. Sin obras costosas ni decisiones trascendentales de cambio de vida, ni complejo de culpabilidad. Sencillamente, descubres que es más fácil hacerlo así que de la manera de alta huella ecológica. Xixi no banho es solo un ejemplo, ahí van unos cuantos más.
Destroza tú mismo tu ropa. Consiste en no gastar ni un euro en vaqueros y otras prendas acuchilladas, y en su lugar usar la misma ropa una y otra vez (lavándola a intervalos) hasta que adquiera un hermoso tono desgastado y comiencen a aparecer artísticos rotos a la moda.
Cocina tu comida. Después de seleccionar debidamente tus compras o cultivar algunos de tus alimentos, cocinarlos es la siguiente mayor fuente de distracción y satisfacción personal. No conviene tomárselo como un reto. Algunas personas disfrutan cocinando una vez a la semana y almacenando, y otras guisando en plan más esporádico. “Cocinar” no quiere decir grandes complicaciones culinarias, además puedes empezar por hacerte tus propias ensaladas, bocadillos o aprender a pelarte la fruta y hacerte sencillos zumos.
Reduce a uno todos los productos de limpieza. La experiencia muestra que el 90% de los productos de limpieza se pueden sustituir por un poco de jabón corriente y algo de energía en el frotar. Eso incluye friegasuelos, detergentes para lavadora, jabones de tocador y lavavajillas. Cuatro en uno.
Simplifica el utillaje. Esta es una cuestión muy personal. Algunas personas no pueden vivir sin su lavavajillas, otras pasarían apuros sin su cuchillo eléctrico. Pero se ha demostrado que es perfectamente posible vivir sin abrelatas eléctricos, aspiradoras, secadoras, hornos de microondas, licuadoras, etc., ya que los aparatos imprescindibles (sin contra la cocina, claro está) se reducen a tres: lavadora, frigorífico y batidora. El resto es abundar y en realidad no te facilitan la vida, te la complican.
Camina. Lo único malo que tiene caminar es que pronto se convierte en un vicio, que ya no podemos abandonar. No se trata de hacer deporte, sino de usar el cuerpo como vehículo para nuestros desplazamientos. Para distancias algo mayores, puedes probar la bicicleta y el transporte público.
No compres residuos. Esta idea, hay que reconocerlo, es difícil de poner en práctica, pero puedes empezar por llevar una bolsa reutilizable doblada en el bolsillo y así poder rechazar todas las bolsas desechables o no que te ofrezcan. A continuación, fíjate en las montañas de plástico efímero que puedes evitar llevar a tu casa cambiando un poco tus hábitos de compra.
La lista de ideas sencillas y distraídas para reducir nuestra huella es muy larga, y depende mucho de las circunstancias de cada uno. Por eso cada uno es el más apropiado para hacer su propia selección. Puedes investigar en el interesante campo de la cocina vegana tradicional, comprar tu ropa en tiendas de segunda mano, utilizar coches compartidos para tus desplazamientos largos, construir un calentador de agua solar, fabricar tu propio jabón, cultivar tus propios alimentos en un bancal o una jardinera, aislar tu casa con procedimientos artesanales, etc., etc. Y no olvides compartirlo todo en Instagram.
Publicado originalmente en el blog El ciudadano autosuficiente del diario Público
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