Existen numerosos productos que consumimos de manera ocasional o en situaciones de ansiedad. Muchos de ellos, como los chicles, los alimentos preparados, los alimentos dulces que se usan para elaboración de tartas como la pasta fondant o la bollería y pastelería industriales poseen aditivos no muy conocidos que pueden suponer problemas graves para la salud, e incluso algunos se encuentran en otros alimentos más cotidianos. Se clasifican en 27 tipos en total: conservadores, colorantes, edulcorantes, antioxidantes, acidulantes, potenciadores del sabor, etc.

Los aditivos que emplea la industria alimentaria se consideran legalmente seguros para el consumo, utilizando el concepto de Ingesta Diaria Admisible. La Ingesta Diaria Admisible (IDA), se puede definir como la cantidad que se puede ingerir en un día en la dieta sin riesgo apreciable para la salud. Se trata de un valor estimado en función del peso de la persona y la cantidad que debe consumir.

Si bien es cierto, que muchos de estos aditivos están permitidos, las autoridades sanitarias advierten de que su abuso puede ocasionar diversos problemas de salud. Algunos de ellos están a la orden del día, como el glutamato monosódico, E-621, que se ha intentado prohibir junto con el aceite de palma.

Como ejemplos de colorantes que se consideran de toxicidad alta podemos nombrar un colorante natural, el E-171 (Dióxido de Titanio) y el colorante sintético E-133 (Azul Brillante FCF). Se encuentran en chicles, así como helados y otros dulces que consumimos de manera ocasional. Generalmente no se encuentran a la vez.

Muchos alimentos usan aditivos para aumentar el sabor, usando los denominados potenciadores. Mencionaremos uno no tan conocido y otro más: el E-630 (ácido inosónico), un potenciador del sabor, usado en aperitivos envasados y pastillas para caldo, que posee una alta toxicidad, estando incluso no recomendado para niños y embarazadas, ya que es transformado por nuestro cuerpo en ácido úrico.

El glutamato monosódico, el E-621, se utiliza como sustituto de la sal. Está asociado a aperitivos y snacks, y es destacable que genera más apetito, ya que suprime la sensación de saciedad. Se ha comprobado que activa un nuevo sabor en las papilas al no asociarse con ninguno de los otros (umami). Su ingesta diaria admisible se ha fijado en 30 mg por kilo de peso corporal. Es destacable su uso en la comida china.

Hay varios cientos de aditivos autorizados y de uso común en la industria. Algunos ejemplos entre muchos son los siguientes.

El E-407, los carragenanos, son un espesante natural y gelificante, muy usado en cuajadas, leche condensada, membrillos, leches vegetales…, aunque su uso está autorizado, tiene ciertas contraindicaciones si se abusa de su consumo. Es uno de los más usados y está,  como otros, en los llamados palitos de cangrejo.

Dentro del grupo de los conservantes, podemos encontrar algunos como el E231, es un conservante sintético, el ortofenilfenol, que se obtiene por destilación del petróleo crudo, gas natural o del alquitrán de hulla, usado como pesticida para prevenir mohos y hongos, que se impregna en la piel de la fruta y no se elimina con agua.

Otros muy usados son el E-250 y el E-252 (el nitrito de sodio y el nitrito de potasio respectivamente) en la industria cárnica. Se utilizan para evitar contaminación por microorganismos, especialmente de la toxina botulínica. El E-252 a través de su producción y consumo puede transformarse en nitritos y generar nitrosaminas, que son cancerígenas, aunque presenta menos toxicidad que el otro.

Otros aditivos pueden aumentar el riesgo de contaminación bacteriana. Es el caso de un agente humectante usado como endulzante, la trehalosa, un disacárido, que se relacionó hace poco con casos de diarrea por Clostridium difficile. Se encuentra en alimentos procesados y se ha observado que aumenta la virulencia de las superbacterias.

En la Unión Europea, existe una lista de los aditivos permitidos recogida en un reglamento.

El IARC (organismo internacional de investigación del cáncer), presenta varios estudios en los que indica  indica cuales de estos aditivos son cancerígenos. Por ejemplo, cita un compuesto, denominado 4-metilmidazol, que se encuentra en bebidas azucaradas. Se encuentra en el amonio o sulfito de amonio en el proceso de fabricación de los caramelos de colores y que aparece también al combinarse con los azúcares del producto. La IARC determinó que es posiblemente cancerígeno en humanos.

Para más información, puedes visitar la web de aditivos alimentarios o información más detallada en la nota de prensa de la OMS. España posee su propia agencia sobre consumo, seguridad alimentaria y nutrición (Aecosan) para información sobre ingredientes tecnológicos.

¿Es necesario el uso de tanto aditivo?, ¿se podría evitar este uso excesivo? La respuesta es sencilla, sí, con mejores procedimientos de elaboración de alimentos. Por ejemplo, los embutidos no necesitan nitratos ni nitritos si el procedimiento de elaboración es adecuado.Tenemos una dependencia excesiva de estos compuestos y parece ser que hemos perdido la esencia de los sabores auténticos, algo que deberíamos recuperar.

La gran distancia entre consumidor y productor hace que se abuse de estos compuestos. Si redujéramos esa distancia a base de alimentos frescos, no sería necesario este abuso de los aditivos y por lo tanto podríamos volver a recuperar esos sabores naturales. De esta manera, se fomentaría más la agricultura y ganadería local. Es un problema complicado, aunque con solución.

Jaime García Martín 

 

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