La presentación de la nueva web informativa de ACEA (la Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles) es prometedora. Se titula “Unidos para reducir la emisión de CO2” y en la portada se afirma lo siguiente: “La industria europea del automóvil trabaja duro para abatir las emisiones invirtiendo en nuevas tecnologías”. Buen comienzo, pero lo que se dice a continuación contradice de plano esta afirmación.

La web “Unidos para reducir el CO2” explica qué va a hacer la industria europea del automóvil para dejar de quemar petróleo. El argumento general, se desarrolla así:

• Los coches europeos contaminan cada vez menos (en dos décadas se ha conseguido una reducción del 37% en la emisión media de CO2 por vehículo).

• La industria del automóvil apoya los objetivos de descarbonización expresados en la COP de París, aunque recalca que el uso de coches y furgonetas solo explica el 13% de la emisión total de gases de efecto invernadero en la UE.

• ¿Qué medidas concretas hay que poner en marcha para abatir el CO2? Son de cinco tipos:

Renovación de la flota de vehículos por versiones más eficientes.
Coches conectados, nuevas tecnologías de información y comunicación.
Mejora de la infraestructura de transporte, carreteras y vías de tráfico.
Conducción eficiente.

Y por fin, el meollo de la cuestión: combustibles alternativos. Se citan cuatro tipos: eléctricos, híbridos, gas natural e hidrógeno. Ahora bien, según la industria, hasta que se consolide alguna de estas alternativas lo mejor es fabricar coches convencionales más eficientes. Ninguna de las cuatro opciones es mejor, las cuatro deben ser consideradas con neutralidad, afirma la web “Unidos para reducir el CO2”. Tal vez los biocombustibles puedan ayudar.

Conclusión general: el cambio a un vehículo bajo en carbono no se debe enfocar únicamente en cambios en la tecnología de los vehículos. Es necesario un enfoque general. Todos los sectores (agricultura, industria, etc.) tienen mucha tarea de reducción de CO2 por delante, no solo la industria del automóvil.

Y ahora vamos con el dinero. Según la web, las exigencias de reducción de CO2 (emitido por coche como media) para 2020 costarán en conjunto 13.000 millones de euros, entre 1.000 y 2.000 euros de sobrecoste por vehículo. Y los coches más caros se venden peor, no hay que olvidar que la industria del automóvil da trabajo a más de 12 millones de ciudadanos europeos, cerca del 6% del empleo total en la UE.

Visto lo anterior, parece claro que la industria europea del automóvil no tiene la menor intención de lanzarse de lleno a la fabricación de coches eléctricos. En realidad, el vehículo eléctrico puro se considera junto con otras tres opciones y no se le dedica ninguna mención especial. Se insiste en el concepto de neutralidad tecnológica, tal vez el vehículo del futuro sea el propulsado por hidrógeno, por ejemplo.

Se afirma una y otra vez en que el camino a seguir es mejorar paulatinamente la tecnología existente (el motor de explosión), aunque se recalca que eso no se puede hacer sin enormes costes, que pueden amenazar tanto a las ventas como al empleo y en último término al crecimiento económico de toda la UE. La verdad es que la industria del automóvil europea, en su web “Unidos para reducir el CO2” ha dejado las cosas bastante claras: tendremos coches con motor alimentado por petróleo durante mucho tiempo.

También se puede consultar http://wltpfacts.eu/, y http://www.caremissionstestingfacts.eu/ sobre el nuevo test de emisiones basado en datos reales, las dos nuevas webs publicadas por ACEA.