Hace siglos que la vida de las poblaciones está enfocada en la ciudad: centro de intercambios económicos, sociales, culturales y mucho más. Pero si antes cada una intentaba tener su propia realidad y tal vez aislamiento, ahora con la globalización y la intensificación de las redes humanas y otras cosas, es más acuciante la necesidad de aumentar las comunicaciones y compartir experiencias y buenas prácticas entre las ciudades. Este verano saludé mi ciudad, Turín, a los piés de los Alpes italianos para ir a la que pensaba ser una ciudad gigante, llena de coches, ruido y contaminación y por eso no muy vivible.
Después algunas horas por el centro de Madrid ya me di cuenta que las preocupaciones que tenía no eran tan verdaderas, por lo menos en el centro de Madrid los edificios no son tan altos y amenazantes como pensaba y no hay muchos coches ni ruido. Mi segundo confronte con esta nueva ciudad fue buscando un piso, lo que me ha llamado más a la atención de los pisos que he visto en la zona centro de Madrid es la falta de radiadores para la calefacción: por lo menos en 9 sobre 10 pisos (para estudiantes y con habitaciones de máximo 450 €/mes ), no había radiadores. Mientras pensaba que por lo menos los madrileños pueden ahorrar este gasto en invierno y contaminar menos, eché una mirada afuera de mi hostal a la octava planta en Callao y me di cuenta de la cantidad increíble de aparados para el aire acondicionado que estaban en los techos de los edificios.
“Los españoles tienen miedo del calor” pensé poniéndome un jersey, 34º C afuera y 16º C en los hostales, las tiendas, las oficinas, los supermercados. Pero, esto sí, el hecho del aire acondicionado demasiado frío me ha parecido una de las cosas que pueden mejorar en esta ciudad, subir algunos grados los termostatos sería mejor no solo para el medio ambiente y el bolsillo sino para la salud: demasiada diferencia térmica entre una tienda y afuera no es saludable. Por lo contrario el problema de Turín es que no está preparada para veranos con demasiado calor. No obstante en los últimos años suelen pasar a menudo, así que en agosto para enfrentar la subida de las temperaturas, quién puede escapa de la ciudad a la búsqueda de aire fresco y menos calor.
Aire fresco: otro tema importante que las dos ciudades enfrentan cada día es el nivel de contaminación del aire. En este sentido Turín tiene más problemas, sobre todo a nivel geográfico por culpa de las montañas altas alrededor que no permiten una circulación del esmog. Pero Madrid además yo creo que tiene más soluciones, las 30 medidas del Plan A contra la contaminación del Ayuntamiento de Madrid son más prometedoras del plan del Ayuntamiento de Turín que parece sólo enfocado sobre las restricciones a los vehículos, aunque Turín sufra más de problemas con el alto nivel de contaminantes en el aire. Desde octubre hasta hoy, Madrid ha siempre tenido un nivel de contaminantes menor del nivel moderato de alerta (de 0 a 50 del índice de calidad del aire según el sitio web Plume Labs) excepto el 22 de febrero cuando ha llegado hasta el nivel 115. Por contra Turín en el mismo periodo ha tenido 42 días en el nivel de peligro (de 50 a 100) y 40 días en el nivel de alto peligro con más de 100 del índice de contaminación. Aquí se puede ver uno de los sitios para conocer el nivel de contaminación en muchas ciudades del mundo.
Me llamó a la atención también el tema del agua: lo que más echo de menos de Turín viviendo aquí son los famosos “Torét”, fuentes de agua potable con el toro que se pueden encontrar en toda la ciudad. Hay un debate sobre el desperdicio de agua por estas fuentes, 800 en toda la ciudad, pero éstas sirven no solo para beber sino además para el correcto mantenimiento del acueducto de la ciudad. Seguramente poner en Madrid tantas fuentes sería imposible, pero creo que la idea de poner fuentes de agua en la ciudad puede añadirse a las medidas encaminadas a incrementar la eficiencia en la utilización del agua y de reducción del consumo: esto reduciría un poco la cantidad de envases de plástico ( y también las ganancias de algunas tiendas, pero no significativamente) y en verano favorecería la hidratación de la población, remedio más saludable y eficaz que el aire acondicionado.
Una cuestión que me parece siempre de suma importancia sobre todo en las grandes ciudades es la del reciclaje de los residuos. Antes de vivir en Turín he crecido en Verbania, el pueblo que durante muchos años ha sido el primero en el listado de los pueblos italianos con el mejor ecosistema urbano gracias al eficaz sistema de recogida selectiva de los residuos, por esto creo que cada ciudad pueda mejorar en este sentido. También Turín tiene mucho trabajo en este sentido y seguramente una metrópoli como Madrid necesita más tiempo y medidas pero nada es imposible. Un sistema de recogida puerta a puerta más capilar puede ser una sugerencia y una mayor sensibilización y educación de la población como muchos entes ya están haciendo es fundamental. Sobre las zonas verdes las dos ciudades me parecen similares: los espacios verdes son considerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como imprescindibles por los beneficios que reportan al bienestar físico y emocional de la población haciendo las áreas urbanas más habitables y saludables. La OMS recomienda que los núcleos y ciudades dispongan como mínimo de 10-15 m2 de área verde por habitante y las páginas de los Ayuntamientos hablan con orgullo de 21,93 m2 por cada habitante en Turín y 20,48 m2 en Madrid.
Estos son algunas de las cosas que me han llamado la atención primero desde fuera, como turista, y luego un poco más como ciudadana adoptiva. Posiblemente quien vive hace muchos años o desde toda la vida aquí en Madrid tendrá una idea diferente sobre estos hechos pero creo que compartir ideas, sugestiones y comentarios sobre las diferentes culturas pueda enriquecer a quién se queda viviendo en la ciudad y a quién viaja.
Texto y fotografía: Sara Trincheri
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