¿Has calculado ya el tamaño de tu huella ecológica? ¿Es de uno, dos, tres, cuatro… o más planetas? En línea con lo que plantea la ONU con sus ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) para 2030, tenemos que reducir nuestra huella ecológica para que todos los seres humanos podamos vivir mejor. Para facilitar la tarea, vamos a plantear ocho pasos para poner en práctica en los próximos ocho años, que van de 2021 a 2028. En 2029 podremos afinar y pulir lo conseguido, para poder entrar en 2030 con la cabeza muy alta.
Fotografía: Life in Plastic.
2021: El año de la desplastificación
El asunto del plástico efímero se está poniendo feo. Se sabía desde hace tiempo que los fragmentos y partículas de plástico forman enormes islas de basura en los océanos, y que se hallan con una alarmante frecuencia en los estómagos y tejidos de los peces que probablemente terminarán en nuestra mesa. Ahora se está viendo que el plástico también está en el aire que respiramos, así que se impone una desplastificación lo más completa posible. Como tenemos todo un año para ponerla en marcha, podemos ir paso a paso: no volver a comprar fruta y verdura en bandejas de poliespán es un buen comienzo. Luego podemos seguir quitándonos de las botellas de PET de refrescos o de leche, intentando sustituirlas por latas o vidrio, si es posible. Podemos continuar eliminando las bolsas de plástico (llevar nuestra propia bolsa funciona), y así sucesivamente, mes a mes, hasta completar la desplastificación. Además de dejar de comprar cosméticos con microplásticos o ropa con poliéster.
Fotografía: Charles Deluvio en Unsplash.
2022: El año de atesorar el agua
Este año es más fácil. Tenemos que comprobar y sellar todas las fugas de agua en cisternas y cañerías, reducir ligeramente la presión si es posible, instalar grifos economizadores (a veces basta con una simple alcachofa aireadora en el fregadero), practicar el fregado de cacharros economizador. Al terminar el año, podremos decir con orgullo que, gracias a gente como nosotros, la próxima sequía no nos pillará desprevenidos, dispondremos de más agua para cerrar los ciclos de la naturaleza y, por supuesto, para el uso humano.
Fotografía: Alex Haney en Unsplash.
2023: El año del buen comer
Aquí vamos a disfrutar de lo lindo. Lo que hay que hacer, simplemente, es comer bien. Es decir, aumentar la variedad de nuestra alimentación (no la variedad de sabores de las patatas fritas únicamente), cocinar alimentos frescos o naturales si son ecológicos o agroecológicos mejor–, abandonar paulatinamente los alimentos ultraprocesados, reducir el consumo de carne, aumentar el de legumbres, y saborear las frutas y verduras de temporada; sin olvidar, que si son de origen local reducirán nuestra huella ambiental y apoyaran el desarrollo rural.
Fotografía: Pablo Stanic en Unsplash.
2024: El año de la desintoxicación
Consiste en examinar con detalle el armario donde guardamos los productos de limpieza y eliminar paulatinamente todos los marcados con los símbolos de peligrosidad (iconos en negro dentro de un rombo blanco rodeado por una gruesa línea roja). En materia de jabones, preferir los de menos complicación química, que se suelen llamar de Castilla o de Marsella, o el Lagarto de toda la vida. No volver a comprar quitagrasas heroicos, y en su lugar limpiar con más frecuencia (y tal vez freír menos). Si compramos detergentes sencillos en envases rellenables, por ejemplo aquí, avanzamos en la desplastificación además de en la desintoxicación. Ni que decir tiene que eliminaremos los insecticidas y otros biocidas: lo que mata a un bicho es dañino también para los humanos.
Fotografía: Engin Akyurt en Pixabay.
2025: El año de adelgazar la pauta de transporte
Los expertos dicen que un porcentaje sorprendentemente alto de los desplazamientos cotidianos los hacemos en medios de transporte exagerados o sobredimensionados. Por ejemplo, cuando cogemos el autobús para hacer un recorrido de 1,8 km. Nos llevará entre 15 y 20 minutos hacerlo a pie, con tres grandes ventajas: ahorramos el billete, mejoramos nuestra salud y probablemente llegaremos antes, si el autobús se mueve por calles con mucho tráfico. Este principio básico se puede aplicar en cualquier trayecto. Si nuestra ruta es de 20 km, es muy posible que la hagamos más satisfactoriamente en bicicleta que en coche, y así sucesivamente.
Fotografía: Colin Behrens en Pixabay.
2026: El año de dejar de tirar energía por la ventana
Hay tantas maneras de ahorrar energía (y por lo tanto, dinero) que este va a ser un año muy ocupado pero también muy fructífero. Podemos empezar por revisar la iluminación y cambiando todas las lámparas incandescentes que puedan quedar por LED, una medida radical, y seguir apagando de verdad (con ayuda de una regleta con interruptor) todos esos aparatos electrónicos que le dan al salón el aspecto del puente de mando del Enterprise. A partir de ahí, podemos plantear otras medidas más ambiciosas, culminando en una completa revisión y mejora del aislamiento térmico de la vivienda. Existen numerosas ayudas oficiales para facilitar el proceso, incluidas en las iniciativas de rehabilitación de edificios.
Imagen: Estructura de la producción de electricidad el 5 de mayo de 2021. Red Eléctrica de España.
2027: El año de hacernos renovables
O de desfosilizarnos, que es casi lo mismo. ¿Dónde están las energías fósiles y no renovables en nuestra vida cotidiana? Para empezar, en el enchufe eléctrico más cercano. Como se puede ver en este gráfico interactivo, todavía se usa un poco de carbón para producir la electricidad que entra en nuestras casas, bastante gas natural y una notable cantidad de energía nuclear. Es verdad que la producción de electricidad a base de energías renovables ya ronda el 50% de la producción total, y esta cifra llegará a un 70% en 2030. Más a nuestro alcance está el dejar de usar el coche de gasoil o de gasolina y sustituirlo por otro medio de transporte y cambiar la calefacción de gasoil o de carbón por su versión eléctrica. Un paso más a dar en este año sería incrementar nuestra cuota directa de renovables, por ejemplo colocando paneles fotovoltaicos en la azotea o, más sencillo todavía, instalando un sistema de apoyo solar térmico para el agua caliente.
Fotografía: Etienne Girardet en Unsplash.
2028: El año de dejar de ser lineal y de hacerse circular
La economía circular es aquella en la que no se tira nada. Cualquier subproducto de un proceso, por ejemplo un cocido madrileño, es la materia prima de otro proceso, en este caso unas croquetas. Los más ancianos de la localidad todavía se acuerdan de cuando iban a la tienda con dos o tres botellas vacías y el tendero les daba a cambio de ellas una cierta cantidad de dinero. Las botellas vacías en ningún momento caían en un contenedor de basura: eran materia prima de calidad, y como tales eran tratadas. Por desgracia, la economía lineal, que consiste en producir, consumir y tirar, se adueñó poco a poco de todo. Hasta hoy, en que múltiples iniciativas y estrategias intentan recuperarla. Este año puede ser el más difícil de todos, no es fácil dejar de producir tantos residuos como producimos. Algunas personas pueden llegar a practicar el Residuo 0, que exige un gran virtuosismo en la vida cotidiana, pero muchas acciones circulares están al alcance de cualquiera. Por ejemplo, llevar tus propios envases reutilizables al mercado, o hacer compost con restos de verduras.
si queremos empezar a cuidar nuestro planeta,que es la tierra.tenemos que hacer un pequeño esfuerzo,que no es otra cosa,que empezar a reciclar poco a poco,y veremos por nosotros mismo que no es tan dificil,al fina te gusta,y ahi empieza lo bueno.