La bicicleta moderna, con cadena de transmisión y neumáticos, cumple 140 años. Fue hacia 1880 que comenzó a hacerse popular en todo el mundo. Pocos años después P. Chibret define perfectamente el vehículo: “Gracias a la transmisión y a la multiplicación del movimiento por la cadena y al neumático, que amortigua la trepidación, la bicicleta es un vehículo rápido, confortable y agradable al mismo tiempo. Como instrumento de higiene y de deporte, su valor es incontestable. Y es, por último, una máquina útil y práctica como medio de transporte, siempre que los caminos no estén malos o fangosos”. (1)
Aunque nunca perdió su popularidad como máquina deportiva, su papel como máquina de transporte casi desapareció en países como España, cuando la motorización se completó hacia 1980 (en otros, como Holanda, nunca perdió esa función). Ahora, en 2020, ha llegado de nuevo la hora de la bicicleta como medio de transporte, pero con algunas modificaciones significativas sobre el modelo original que hacen a este vehículo todavía más atractivo.
Añadiendo a la máquina original un pequeño motor eléctrico, tenemos una bicicleta de toda la vida, “rápida, agradable y confortable”, pero además liberada de las servidumbres de la topografía, de las cuestas arriba para entendernos. Legalmente la e-bike o EPAC (Bicicleta de Pedaleo Asistido) es una máquina con un pequeño motor eléctrico, de potencia no superior a 0,25 kilovatios, que solo funciona cuando el ciclista pedalea, y deja de funcionar cuando la máquina alcanza los 25 km/h.
Estos límites legales son muy importantes. Si tu vehículo no los sobrepasa, seguirá siendo una bicicleta normal y corriente (aunque con un motorcillo eléctrico) y no tendrás que matricularla, ni pagar impuestos por ella, ni contratar un seguro obligatorio, aunque siempre es recomendable.
Que una potencia tan reducida sea tan eficaz se explica por el bajo peso del vehículo, que da una relación muy favorable entre el peso de los pasajeros y el del vehículo. En una e-bike de 18-20 kilos, la relación es de 0,3 kg por pasajero, que se puede comparar con los 500-800 kilos por pasajero de un automóvil.
En un mundo en el que se venden como rosquillas vehículos con más de 100 kilovatios de potencia y capaces de pasar de 0 a 100 km/h en diez segundos, una e-bike parece una broma. Al contrario, es un producto de alta tecnología perfectamente adaptado al transporte urbano.
Se puede guardar en cualquier sitio, en el lugar de trabajo o en casa. Muchos modelos son plegables, así que se pueden llevar como un maletín, lo que facilita usar el metro o el autobús en algún tramo del trayecto si es necesario. Te olvidas de pagar por aparcar tu vehículo, ya sea en un parking o en una plaza de garaje.
Un inconveniente de la bicicleta clásica, la posibilidad de llegar hecho un charco de sudor al trabajo –sobre todo si la empresa no da facilidades para asearse después– desaparece con las e-bikes. No hay más que poner el motor en modo “pedaleo cómodo y relajado”. Las bicicletas eléctricas, en general, permiten elegir la modalidad de pedaleo, desde aquel en que casi todo el esfuerzo lo hace el ciclista al pedaleo para vagos.
No obstante, aunque no requiere un esfuerzo físico extraordinario, todos los usuarios de la e-bike reportan grandes mejoras de su forma física y una sustancial reducción del sobrepeso.
Con índices de potencia tan ridículos, el coste del combustible, en este caso la energía eléctrica, es insignificante. La batería de una e-bike se suele cargar en dos o tres horas de manera no muy diferente a como se carga un teléfono eléctrico y en el mismo enchufe. El coste por km recorrido es tan bajo como 0,0001 €/km, comparado con 0,25 €/km en el caso de un coche. Todo incluido (también lo que cuesta el vehículo) el coste de usar una e-bike es de menos de 200 € al año, 20 veces inferior al de un coche.
Se pueden encontrar e-bikes con precios entre 400 y 4.000 euros. Conviene cotejar cuidadosamente los comentarios de los compradores, así como consultar a un experto, incluso a un cuñado. Son muy interesantes los modelos plegables, así como aquellos con la batería extraíble. Hay que ver las modalidades de pedalada que ofrece cada modelo, así como la categoría del ordenador de a bordo, entre otros muchos detalles.
¿Y qué ocurre si eres un vago redomado o alguien a quien le gusta ir sentado más cómodamente, o con una capota encima por si llueve? Pues ahí abandonamos el terreno de las bicicletas eléctricas y entramos en un campo muy amplio de scooters eléctricos, que pueden funcionar aún sin pedalear, triciclos, cuadriciclos y VLUE (Vehículos Ligeros Urbanos Eléctricos), toda clase de máquinas todavía poco utilizadas pero que ya empiezan a proliferar.
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(1) P. Chibret, “Fisiología de la bicicleta”, El Deporte Velocipédico, 4 (20 de marzo de 1895). Hemeroteca Digital, BNE.
Fotografía: Wolfram Bölte en Unsplash
Gracias por el artículo,
Algunas ciudades como ya disponen de alquiler de servicios de alquiler de bicicletas, poco a poco es un gustazo ver como esta cambiando la nueva movilidad el panorama en nuestras ciudades.
Muy interesante el artículo, a ver si poco a poco y con la ayuda de la tecnología conseguimos que las bicicletas se conviertan en la opción de la mayoría para sus traslados del día a día.