Smartphones, tabletas, ordenadores, estos aparatos electrónicos están muy presentes en nuestra vida cotidiana; además queremos estar en la vanguardia de la tecnología. Pero ¿dónde acaban todos estos aparatos que no utilizamos más? En general, no queremos separarnos de ellos y los dejamos en nuestros cajones con la esperanza que vamos a utilizarlos en el futuro. Cuando decidimos tirarlos, pueden acabar en un vertedero, quemados, reutilizados por otras personas o reciclados. Desde el comienzo del año, más de 8 millones de residuos electrónicos han sido desechados según The World Counts, un sitio que da una perspectiva de los desafíos mundiales críticos.
La United States Environmental Protection Agency (EPA) informa que en el años 2012, solamente el 29,02% de los residuos electrónicos fueron reciclados. Esta cifra no representa todos los aparatos dados para reciclaje porque la gran mayoría de ellos acaban en países de África o de Asia donde son introducidos ilegalmente: según el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente (UNEP), hasta el 90% de los residuos electrónicos del mundo son desechados de manera ilegal (2014). Es a causa del alto costo de eliminación y de reciclaje que las empresas prefieren enviar los aparatos usados en los países del sur.
El carácter ilegal de estos transportes se explica por el hecho de que violan la convención de Basilea, entrada en vigor en 1992, que prohíbe el envío de sustancias tóxicas a los países en desarrollo además de la prohibición de la Unión Europea del envío de residuos a los países fuera de la Organización de Cooperación y de Desarrollo Económico (OCDE). Muchos llegan a pasar por los controles de seguridad porque están presentados como objetos de segunda mano que pueden ser utilizados de nuevo por las poblaciones de los países en desarrollo aunque en realidad la mayoría no funcionan y los enviadores buscan medios fáciles de evitar la gestión del tratamiento de fin de ciclo de vida de los electrónicos.
Cuando llegan a destino, muchos de los aparatos son abandonados y acaban en los vertederos. En los países en desarrollo, estos residuos constituyen un medio de subsistencia para algunas personas porque sus componentes pueden ser revendidos. Muchas personas andan los vertederos para recuperar el cobre y otros materiales preciados. En efecto, el canal de televisión franco-alemán ARTE informa que a partir de 50.000 móviles, se puede extraer 1 kilogramo de oro y 10 kilogramos de plata, lo que equivale aproximadamente a 40.000 euros. Sin embargo, estos aparatos contienen materiales cancerígenos y muy contaminantes. Los recuperadores, a menudo niños, que no disponen de instalaciones y de equipos adaptados par el reciclaje, trabajan sin protección.
Una mujer trabajando sobre los cables en Guiyu
Desmontan manualmente los aparatos, los queman, lo que emite importante cantidad de humo tóxico que contamina la atmósfera, suelos, las aguas circundantes gracias a la lluvia que transporta las partículas, además de enfermar las poblaciones. Estas emisiones tóxicas son conocidas por tener consecuencias sobre los sistemas nervioso, respiratorio, reproductor y por modificar la química del sangre, como el nivel de plomo. Las otras partes de los aparatos como los cuadros de ordenadores quedan en el medio ambiente pues la mayoría de los países no disponen de instalaciones para reciclar. Además, hay que señalar que los animales vienen a menudo buscar comida o agua en los alrededores lo que pueden contaminarlos y afectarnos también si consumimos sus carnes.
Como destinos famosos de los residuos electrónicos, podemos mencionar el vertedero de Agbogbloshie en Ghana, conocido como el hub de e-waste en África, o el pueblo de Guiyu en China. Estas dos zonas son consideradas como unas de las más contaminadas del mundo. El sitio de Guiyu registra las concentraciones en dioxina y metales pesados las más altas; la concentración en plomo del agua sería 2400 veces superior al nivel de seguridad de la Organización Mundial de la Salud.
Para resolver este problema, las empresas deben fabricar aparatos que duren más con materiales menos contaminantes pero también asumir su responsabilidad recuperando los aparatos y asegurando ellas mismas sus eliminación o su reciclaje en lugar de dejar la tarea a los consumidores. Podemos citar compañías como Apple y Sony que se encargan del tratamiento de los aparatos cuando alcanzan el final de su ciclo de vida. En efecto, Sony dispone de un servicio de reciclaje de baterías y de centros de depósito de aparatos de su marca que la gente no quiere más. Apple también propone un servicio de reciclaje de aparatos usados e ha hizo la promoción de su máquina llamada ”Liam” capaz de despiezar los diferentes elementos de un iPhone.
Aparte de esto, los castigos y las regulaciones sobre el tráfico de residuos electrónicos deben ser más severos. Como consumidores, tenemos que utilizar nuestros aparatos el mayor tiempo posible y utilizar los servicios establecidos por las empresas fabricantes de los aparatos utilizados o, si ellas no tienen programas, siempre podemos traerlos a los puntos limpios móviles de la ciudad que aceptan los ordenadores, las baterías , los móviles o traerlos en lugares como Zonzoo o las tiendas de telefonía como Orange que recuperan los móviles usados. Además, siempre podéis darlos a ONG por ejemplo si funcionan.
Fatima Ouedraogo.
Tienes razon Jacobo
Tienes razon Jacobo
Siempre la basura termina en países no importantes