Fotografía: sippakorn yamkasikorn en Pixabay
La comunidad científica lleva desde principios de siglo advirtiendo de las consecuencias que tendría para nuestro planeta una subida de la temperatura debido al aumento de las emisiones de efecto invernadero, sobre todo del CO2 por la quema de combustibles fósiles.
La gran cantidad de negacionistas e inmovilistas climáticos que durante años se han posicionado en puestos de poder, han desoído las advertencias y ahora nos encontramos ante un presente incierto donde son cada vez más las voces que hablan de una emergencia climática.
Para muchos este término les hará sentir incómodos y harán oídos sordos calificando de exagerados o alarmistas a aquellos que luchan por hacer ver la urgencia de la situación climática.
Pero no nos dejemos engañar por estas voces, la alarma está justificada, es real.
Con la llegada de 2020 hemos cerrado una década marcada por efectos meteorológicos sin precedentes, subida del nivel del mar, pérdida de hielo en los polos y registros excepcionales de temperaturas que han hecho del 2019 el año más cálido desde que se tienen registros (según datos de la OMM la temperatura media de 2019 ha sido 1,1ºC superior a la era preindustrial).
Solo tenemos que abrir un periódico para ver las consecuencias de estos datos y observar cómo se está imponiendo en nuestro planeta una nueva normalidad. Solo llevamos unas semanas dentro del nuevo año y ya tenemos noticias como los incendios que están devorando Nueva Gales del Sur en Australia o las lluvias torrenciales que han causado 43 muertos en Yakarta.
La escasez de lluvias y el bajo contenido de humedad del suelo por culpa de varios meses de sequía han causado que la época de incendios, típica en los ecosistemas australianos, sea más violenta y catastrófica que en otras ocasiones. Según Petr Matous, doctor en ingeniería ambiental por la Universidad de Sidney, “la mayoría de los escenarios climáticos proyectados predicen -con una alta confianza- nuevos cambios en los patrones de lluvias a lo largo del país, lo que puede conducir a temporadas de incendios más virulentas en el sur y este de Australia en el futuro”. Lo peor es que estos incendios son solo un avance de lo que está por venir en las próximas décadas. Si no se pone un freno a la subida de temperaturas y superamos la barrera de los 2ºC con respecto a las temperaturas de la era preindustrial, la situación que está viviendo Australia la podremos ver repetida en otros países de manera habitual, siendo España uno de los que se encuentra más cerca del peligro.
La profesora Glenda Wardle, de la Universidad de Sidney advierte que “el cambio climático tiene vías tanto directas como indirectas de causalidad de incendios catastróficos. Condiciones de mayor sequedad y temperatura aumentan la probabilidad de que los incendios se propaguen”. Esto nos tiene que servir como advertencia ya que España está sufriendo un proceso de desertificación importante que nos puede llevar a sufrir, en un futuro cercano, incendios de la magnitud de los vividos en Australia.
En el caso de Yakarta vemos el problema contrario, el agua. El cambio climático ha provocado un cambio en la distribución global de las corrientes que ha llevado a una configuración de las precipitaciones irregular. La consecuencia es que eventos meteorológicos extremos como las lluvias torrenciales o flash floods han pasado de ocurrir cada 100 años a producirse cada temporada. Además se ha observado que se ha producido un aumento del nivel del mar en los últimos años como consecuencia de la fusión del hielo de los polos y la expansión térmica de las aguas por el aumento de la temperatura marina.
Graves inundaciones periódicas, la subida del nivel del mar y la sobreexplotación de acuíferos, que las lluvias no pueden rellenar, puesto que la ciudad es impermeable, han generado un cóctel letal que ha hecho de Yakarta una urbe hostil provocando que la ciudad se hunda a un ritmo de entre 8,5 y 15 centímetros por año. Tan grave es la situación (se prevé que el norte de la ciudad quede sumergido para 2050) que el presidente Joko Widodo ha decidido llevar a cabo un proyecto para cambiar la capital de Yakarta a otra zona de Indonesia, posiblemente en la isla de Borneo.
Estos fenómenos son solo algunos ejemplos recientes de lo que nos espera en un futuro. Ya se está empezando a utilizar el concepto “refugiados climáticos” porque hay zonas del mundo que se están viendo tan afectas por el cambio climático que la vida se convierte en imposible. Solo en 2019 hubo más de 22 millones de desplazados debidos a ciclones, huracanes, inundaciones o sequías.
Países arrasados, ciudades enteras que deben trasladarse de lugar y migraciones climáticas. Es el destino que nos espera si no forzamos a nuestros gobiernos a tomar medidas eficaces para evitar la temida barrera de los 2ºC.
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