Recientemente, hemos conocido una noticia muy importante sobre la selva amazónica, que se ha quedado en segundo plano por la guerra en Ucrania. En efecto, el Amazonas se ha convertido en una zona emisora de CO2, lo que significa que emite más CO2 del que es capaz de absorber. Los científicos hablan de una muy probable conversión de la selva en una sabana en el futuro.
Unas consecuencias nefastas para el medio ambiente y los objetivos fijados por el IPCC
La mayor consecuencia de esta grave noticia es que su papel de reserva mundial de árboles absorbedores de CO2 y su título de pulmón del planeta ahora no significan nada, y eso implica una aceleración del calentamiento de la atmósfera. En efecto, el Amazonas era hasta ahora una reserva de oxígeno que compensaba parte la actividad humana y sus emisiones de CO2, pero si este gran pulmón desaparece, símbolo del valor de la naturaleza para la vida humana, deberíamos estar muy preocupados por lo que podemos hacer para salvar lo que aún puede ser salvado. Lo que no parece ser el caso.
Esta transformación es en gran parte una consecuencia de la deforestación masiva practicada mediante grandes incendios, lo que significa también que todas las poblaciones autóctonas que viven ahora en la selva Amazónica van a ser desplazadas por la reducción de su espacio vital por parte de los que incendian la selva (de hecho esto ya ha comenzado, algunos incluso han sido asesinados). Significa también una aceleración del agotamiento y la extinción de la población animal de Amazonia, una de las zonas más importantes de riqueza biológica del mundo donde, todavía, no hemos descubierto todos los secretos que guarda desde hace miles de años.
¡Por eso, los objetivos fijados por el IPCC en su último informe son ahora más que nunca difíciles de conseguir y al mismo tiempo son más que nunca importantes de conseguir!
¿Pero por qué la selva amazónica va a convertirse en una sabana?
Como todo, esta situación de crisis tiene múltiples factores y resumirla solo en unas causas sería parcialmente falso. Pero las tres siguientes causas son las que impactan directamente la selva amazónica a través de la deforestación de los pioneros.
La primera causa de este desastre ecológico es el cultivo cada día más intensivo y contaminador de la soja y de la ganadería, mayormente en Brasil. No ignoramos que Brasil tiene como apodo la “granja del mundo” y pues, es verdad. La producción de soja de Brasil es la más importante del mundo con 114 millones de toneladas producidas (18 millones más que los EEUU y 60 más que Argentina que completan el podium). También la actividad ganadera es un cáncer en el pulmón de la Tierra. Numerosas cabezas, y cada día muchas más, pastan en las partes deforestadas de la Amazonia de Brasil, líder mundial de este mercado.
Otra causa de esta probable transformación en sabana del Amazonas es la popularidad de sus árboles, muy antiguos y de calidad excepcional, en el mercado de la madera. Tanto en Perú como en Brasil, miles y miles de árboles son cortados cada año, para ser exportados generalmente a los EEUU y Europa. Sirven para construir instalaciones de exterior como piscinas o para el suelo de las viviendas más que para muebles.
La última gran causa de la reducción drástica cada año de la selva amazónica es política. Como sabemos, gobiernos como el brasileño no hacen nada en favor de la preservación del medio ambiente, que se debe hacer también en el sentido de la protección de la integridad del Amazonas. Pues, si gobiernos como el peruano toman pocas decisiones para preservar esta zona, en Brasil es aún peor: Bolsonaro promueve la deforestación y asume su posición climático-séptica. Ahora lo poco del Amazonas que queda protegido, lo es por iniciativas de ciudadanos, autóctonos y ONGs que hacen lo que pueden. También no debemos olvidar los gobiernos occidentales que no se deciden a tomar decisiones fuertes para limitar las importaciones de Brasil ni iniciar un diálogo diplomático verdadero para que Bolsonaro cambie su línea sobre el Amazonas.
La situación es grave. ¿Cómo podemos actuar en la medida de nuestras posibilidades?
Como europeos esta crisis nos parece lejana pero sin duda estamos más que nunca afectados por lo que pasa al otro lado del Atlántico. En efecto, nosotros los españoles y en general los europeos importamos mucho desde América del Sur, y por eso contribuimos a la destrucción del Amazonas. Eso significa que podemos tener un impacto sobre esta situación y actuar en la medida de nuestras posibilidades para cambiar las cosas.
Tenemos que ser individualmente más escrupulosos sobre lo que consumimos cuando se habla de carne, de soja o de un plato que contiene uno de estos dos alimentos. Ser vigilante con lo que compramos: ¿De dónde viene? ¿Qué información tengo sobre la calidad del alimento? ¿Tengo otra opción de compra más local? ¿Tengo realmente que comer carne todos los días? ¿Qué planta puede reemplazar la soja?
Cuando vamos al restaurante, podemos preguntar de dónde viene la carne o la soja y elegir platos más responsables. Controlar tu consumo es primordial para proteger el medio ambiente. También la carne de origen local que comemos puede proceder de animales alimentados con pienso importado y por eso estar vigilantes sobre el modo de producción de las ganaderías españolas es importante.
Con respecto al problema de la madera, es un poco más complicado. En efecto, la madera del Amazonas cuesta más que otras maderas y por eso son los más ricos de la sociedad los que pueden actuar. Pero lo que podemos hacer es denunciar el uso de esta madera, promoviendo otras formas de usar la madera en general con materiales de segunda mano y de recuperación. El caso del árbol llamado ipé es el más conocido. España es un gran importador de este árbol y las empresas deberían dejar de importar esta madera, símbolo de la destrucción directa de la selva por un uso fútil, sin hablar de las condiciones de explotación de los obreros allí.
Por fin, aunque más del sesenta por ciento de los españoles están dispuestos a hacer más para ser más sostenibles día a día (ING TFI Consumer Research sobre “Sustainable consumer spending”, 2021), y aunque sean optimistas sobre el cambio climático, los resultados no son positivos. Por eso, la actuación más útil que podemos hacer es hablar, hablar y hablar más y más del tema, sensibilizar a las personas de tu entorno sobre las consecuencias de sus costumbres de consumo. Para convencer a los más escépticos, tenemos que hablar de las cosas que les importan como comer mejor en lugar de comer mucho, o consumir local en lugar de consumir importado. Se ve en los estudios que los menos preocupados por el cambio climático son clasificados como de derecha. Por eso es importante hablar de valores que les importan.
Apoyar de cualquier forma a las asociaciones que luchan en esos temas, firmar las peticiones para que las importaciones de soja, de carne y de madera que han participado en la destrucción de la selva sean reducidas por el Estado son también maneras de influir en la protección del Amazonas. Hablar con tus representantes regionales y nacionales del tema para que hagan cosas a sus niveles de decisión, o participar en la política también son formas de actuar.
Estamos informados y podemos influir en la situación, ¿por qué esperar para actuar?
François Recton
Fotografía: Destrucción y contaminación en Madre de Dios. Ministerio del Ambiente, Perú (Creative Commons).
Teóricamente sí, es posible, si un gran número de organizaciones ecologistas se unieran y crearan un gran movimiento ciudadano, las cosas cambiarían. La realidad es que las organizaciones ecologistas se organizan mucho entre ellas para llevar sus mensajes. Pero la prensa se ocupa poco de ellos y son demasiado pocos los que los retransmiten, por lo que los políticos casi no se ven obligados a actuar.
¿Sería posible un acuerdo de todas o la mayoría de organizaciones y colectivos ecologistas para multiplicar los mensajes a favor del decrecimiento y promover una movilización masiva que arranque de los poderes públicos los cambios imprescindibles y urgentes para afrontar la emergencia climática?