Imagen de Jonny Lindner en Pixabay
Ecología y feminismo: el ecofeminismo, dos palabras en una para hablar de la misma lucha
En 2019 el ecofeminismo está cada vez más presente en la sociedad, en particular en los y las jóvenes que luchan contra el cambio climático y que toman la iniciativa de poner un toque feminista en sus carteles durante las marchas climáticas. En Francia, durante las marchas de los viernes instauradas por el movimiento estudiantil de Greta Thunberg, algunos carteles evocaron la relación entre la contaminación de nuestra planeta y de nuestro cuerpo: «Ma planète, ma chatte, sauvons les zones humides», lo que hace alusión a los componentes de los tampones que contaminan dos humedales: a la vez nuestra vagina y el planeta. Otros carteles más fuertes acusan a empresas que contaminan y dibujan al mismo tiempo el clítoris, que todavía no aparece en muchos libros de texto sobre el cuerpo humano aunque es el órgano del placer de las mujeres. Con el mensaje «Léchez des clitos, pas le cul de Monsanto», que podría ser traducido como: «come clítoris, no el culo de Monsanto»; podemos ver que las jóvenes mezclan las dos luchas. También se han visto carteles con un imagen del planeta con el hashtag #shetoo que se refiere por supuesto al movimiento #metoo.
A parte de estos recientes mensajes que podrían sorprender a algunos, vamos a ver las orígenes del ecofeminismo para entender por qué los jóvenes se re-apropian las dos luchas en estos tiempos de movilizaciones fuertes contra el cambio climático y en favor de los derechos de la mujeres.
¿Que es el ecofeminismo?
El ecofeminismo es un movimiento que, como su nombre lo indica, combina feminismo y ecología. Según la tesis esencial del ecofeminismo, las mujeres y la naturaleza son víctimas de la dominación masculina. Sus defensores lo explican como un movimiento de lucha contra la opresión de las mujeres y la destrucción de la naturaleza que tienen su origen en las mismas estructuras de dominación: las de nuestras sociedades patriarcales y capitalistas.
La palabra ecofeminismo apareció por la primera vez en Francia en 1974 en el libro «El feminismo o la muerte» de Françoise d’Eaubonne. Ya los primeros mensajes del movimiento salieron con la idea de que el sistema enfocado en los hombres, no solamente oprime a las mujeres sino que también llevó la humanidad a la superpoblación y la destrucción del medio ambiente. En realidad el movimiento no tuvo mucho resonancia en Francia, siendo en los países anglófonos donde se desarrolla fundamentalmente. En particular, es en los Estados Unidos donde toma fuerza después del accidente nuclear de Three Mile Island, cuando se manifiestan las mujeres alrededor del Pentágono.
En la India también tuvo resonancia el movimiento Chipko en los años 1970, con la protesta pacífica de mujeres abrazándose a los árboles para demostrar los valores del medio ambiente. Hablando de la India, Vandana Shiva, tomó parte en este movimiento para impedir la tala de bosques en los Himalaya, siendo una figura importante del ecofeminismo. Recibió el Premio Nobel Alternativo por sus acciones en 1993, que homenajea a las personas que trabajan en la búsqueda y aplicación de soluciones para los cambios que necesita el mundo actual. Su lucha estaba enfocada en las condiciones de vida del Tercer Mundo causadas por el mal desarrollo. Hay que tener en cuenta que las mujeres son las víctimas más importantes del cambio climático. Como señala la ONU, cuando ocurre un desastre las mujeres tienen más probabilidades de morir que los hombres. Las sequías, la desertificación y las inundaciones son amenazas para las actividades agrícolas; la búsqueda de alimento, de combustible o de agua, son tareas en su mayoría realizadas por las mujeres en algunos países.
Volviendo a la actualidad, en un tuit, del 8 de marzo, Greta Thunberg escribió «Cuanto más leo sobre la crisis climática, más me doy cuenta de lo crucial que es el feminismo». Ecología y feminismo son indisociables. Y lo más importante, representa la justicia social. Greta sigue escribiendo «No podemos vivir en un mundo sostenible a menos que todos los géneros y las personas reciban el mismo trato”.
Este concepto de justicia social y de ecología es utilizado por Yayo Herrero, conocida en España por sus actividades y trabajos de investigación ecofeministas. El cambio climático es un problema global de justicia y reducir nuestra huella es también cuestión de justicia social. Las desigualdades son reales y las mujeres son el centro de la lucha contra el cambio climático. #WomenClimateJustice es una campaña mundial creada con la necesidad de actuar por nuestro planeta. Es una mezcla de activistas feministas que luchan por los derechos de la mujeres y que nos enseña que las mujeres actúan para la defensa de la naturaleza y sus recursos.
Ahora parece un hecho que los y las jóvenes que protestan juntos en las calles por causas feministas o contra el cambio climático, no separan las dos luchas y los carteles nos indican que estos temas fundamentales para nuestro futuro son indisociables, porque es cuestión de justicia social.
Fotografía: Kristen Castro en 2017 en Washington D.C. durante la marcha de las mujeres
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