Actualmente crece el debate acerca de la relación entre los hábitos alimenticios y su efecto sobre la salud, el medioambiente o el bienestar animal. Una de estas preocupaciones es comer carne de origen animal, que ha pasado de ser un hábito común en nuestras vidas a ser un hecho que mucha gente se cuestiona. Uno de los grandes debates que se plantea es si la carne que consumimos garantiza unas buenas condiciones de vida y muerte al animal del que proviene. Por otro lado, está el efecto que esta carne provoca sobre el medioambiente (su huella ambiental) y sobre nuestra propia salud.
Respondiendo a estos debates han surgido numerosas alternativas a los productos cárnicos. Una de las opciones que podemos encontrar a día de hoy en los mercados es la carne hecha a base de ingredientes vegetales como legumbres, hongos o soja. Algunos productos hechos de este modo, además, tratan de imitar la textura, el sabor y la apariencia de la carne.
La primera hamburguesa comercializada que trata de imitar estas características fue lanzada al mercado por la empresa Beyond Meat. Ahora nos preguntamos, ¿cuáles son sus ventajas frente a la carne convencional? Según un estudio (Beyond Meat’s Beyond Burger Life Cycle Assessment: A detailed comparison between a plant-based and an animal-based protein source | Center for Sustainable Systems) que ellos mismos realizaron, la huella ambiental de este tipo de carne es mucho menor: para producir una hamburguesa se necesita un 99% menos de agua, un 93% menos de territorio y un 46% menos de electricidad. Además, la emisión de gases nocivos se reduce en un 90%.
Por otro lado, se está hablando mucho de otra novedosa alternativa, la carne artificial “cocinada” en laboratorios a partir de células madre de diferentes animales. Para producir este tipo de carne, se toma la célula madre del animal del que se desea obtener carne y se añade una proteína para ayudar a las células a crecer y así formar grandes cantidades de material cárnico. La empresa MosaMeat, que ha creado esta hamburguesa artificial mediante células procedentes de vacas, asegura que de cada célula madre se pueden obtener hasta 10.000 kg de carne y que esta eficiente producción ayuda también a reducir la huella ambiental mediante un menor uso de agua, energía y ocupación de tierras.
Sin embargo, los costes económicos de producir este tipo de carne son muy elevados y, por lo tanto, aún no se ha comercializado. En el año 2013, la primera hamburguesa que MosaMeat produjo supuso una inversión de 250.000 € para hacerla. Este coste tan elevado era consecuencia del suero procedente de los fetos de las vacas, en el que se cultivaban las células. Actualmente, se ha logrado reducir el coste de una pieza de carne 88 veces en relación con lo que costó producir la primera y, esta reducción es debida a la eliminación de este suero fetal bovino del proceso de producción. Aún así, el precio estimado para estas hamburguesas es de 9€.
Como podemos intuir, ambas alternativas tienen una huella ambiental bastante menor que la necesaria para producir carne de origen animal. Además, son alimentos que están exentos de sufrimiento animal durante su proceso de producción, lo que es un punto a favor para los consumidores que han dejado de comprar carne animal precisamente porque no cumplen esta premisa.
En caso de que algún día las hamburguesas in vitro llegasen hasta nuestros supermercados, ¿creéis que sería aceptada en nuestra sociedad una hamburguesa “molecular”? Los recientes estudios revelan que al principio este producto genera cierto rechazo por tratarse de un alimento nuevo y desconocido para sus consumidores. Además, este enfoque tecnológico para producir carne seguramente generaría poca aceptación sobre todo al principio, al verlo como un alimento poco natural y escasamente seguro.
Sin embargo, si esta hamburguesa consigue ser viable económicamente e introducirse en el mercado, es muy probable que se haga popular entre las personas más atrevidas que se aventuren a probarla y, en consecuencia, se convierta en un alimento común entre todo el mundo. De hecho, se estima que para el año 2040, menos de un 40% de la carne que se consuma será procedente de animales sacrificados.
Fotografía: Jonathan Borba en Unsplash.
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