¿Hasta dónde llegará el impacto de las actividades humanas? Parece que no tiene limite y que nada está a salvo de él. En efecto, el 13 de febrero 2017, un estudio publicado en el periódico Nature of Ecology and Evolution revela que incluso los abismos son contaminados. Alan Jamieson, de la Universidad de Aberdeen, y sus colegas analizaron anfípodos, crustáceos parecidos a las camarones, de la fosa de las Marianas (11 kilómetros de profundidad) y la de Kermadec (10 km de profundidad), ambas localizadas en el Pacífico. Encontraron en los animales altas concentraciones de contaminantes orgánicos persistentes (COP): el bifenilo policlorado o BPC y el polibromodifenil éter o PBDE . Estos contaminantes son utilizados como aislante eléctrico y retardador de fuego, pero a causa de su toxicidad, el BPC fue prohibido desde los años 1970.
Los investigadores informan que la producción total de BPC fue de aproximadamente 1.3 millones de toneladas. Se piensa que el 65% de esta cantidad está en vertederos o todavía en equipo eléctrico aunque el otro 35% se encuentra en los sedimentos costeros o los océanos.
Los niveles de contaminación encontrados en los anfípodos estudiados eran sorprendentes sobre todo si vemos el lugar donde viven los animales. En efecto, estos niveles de contaminación se encuentran normalmente en la superficie pero la concentración en BPC de la fosa de las Marianas era 50 veces más alta que la encontradas en cangrejos viviendo en el río Liaohe, aunque es un de los corrientes de agua más contaminado de China. Los niveles eran iguales a los de la bahía japonesa de Suruga que es también una zona industrial muy contaminada.
En relación con las razones, los investigadores piensan que esta contaminación de la zona hadal (lo que está debajo de la zona abisal) se explica por los movimientos des las corrientes oceánicas y atmosféricas pero también por los residuos de plástico (la fosa de las Marianas está cerca del Gran Parche de Basura del Pacífico), los animales muertos y partículas de sedimentos que acabaron en las profundidades de los océanos.
Si la contaminación llegó a esas profundidades, es claro que lugares a altitudes más altas o desprovistas de vida humana no son inmunes a ella. Incluso montañas como el Monte Everest, o el Kilimanjaro son afectados por las acciones humanas. En efecto, desde que el hombre ha conquistado estas cimas por la primera vez, se han acumulado residuos allí; los alpinistas han dejado botellas de oxígeno, latas, plástico y aún excrementos por despreocupación y falta de inodoros portátiles y instalaciones de tratamiento de residuos. Se han recogido más de diez toneladas de residuos del pico más alto del mundo.
Oímos hablar de la la fundición de los glaciares y de los polos a causa del calentamiento global pero, la contaminación del aire también tiene una parte de responsabilidad en este fenómeno. Las partículas y los contaminantes que provienen de la quema de combustibles fósiles y de los incendios forestales entre otras causas son transportados por el viento y provocan la formación de una bruma ártica que reduce la visibilidad y forma un depósito de hollín sobre los glaciares. El hollín enegrece el hielo lo que cambia el albedo. En efecto, los glaciares con hollín reflejan menos al espacio y absorben más energía, por lo que se calientan más rápidamente: por ejemplo cuando hace calor, es aconsejado de llevar ropas blancas en lugar de colores oscuros porque retienen el calor. Además, los hombres contaminan el medio ambiente con residuos visibles como barriles.
Incluso si los desiertos no son muy habitados, son lugares ricos en recursos naturales como el gas y el petróleo. La presencia de oleoductos es notable pero es también responsable de contaminación. Por ejemplo en 2014, hubo una fuga de petróleo de un oleoducto en un desierto al sur de Israel, a cerca de la frontera con Jordania, que provocó quejas de las poblaciones y peligros de contaminación.
Podemos ver que no hay lugares vírgenes de contaminación; productos que no se utilizan hace más de 40 años todavía están presente en el medio ambiente. Además, el hecho que substancias producidas a millares de kilómetros de las profundidades de los océanos o de las cimas de las montañas pueden acabar allí muestra la inmensidad del impacto de nuestras actividades. Debemos limpiar el medio ambiente y parar de crear, pero también de utilizar, productos que lo contaminan.
Fatima Ouedraogo
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