Practicando la cocina economizadora, aprovecharas al máximo las materias primas alimentarias. Actualmente se estima que en los hogares españoles tiramos 1.364 millones de kilos/litros de alimentos al año. En algunas ocasiones no se pueden aprovechar más los alimentos pero en otras a veces podemos ir un poco más: la piel de las patatas es perfectamente comestible y sabrosa, el tallo de las coliflores o el brócoli aunque más fibrosa, también se puede comer; algunas cortezas de quesos, como la de parmesano, se puede añadir a la cocción de un puré para darle más sabor (aunque la saquemos antes de batir); las hojas de muchos vegetales que solemos desechar son comestibles o se pueden hacer caldos con ellas, etc. Pídele información al respecto a tus amistades y familiares que sepan de reaprovechamiento de alimentos, en especial a los de más edad, y recuerda que la mejor manera de evitar el desperdicio es planificando tu compra.
Colocar recipientes pequeños sobre fuegos grandes implica el desperdicio de mucha energía. Para aprovechar todavía mejor la energía, tápalos. Se ahorrará energía y el cocinado será más eficiente. Una buena opción son las ollas rápidas y ultrarrápidas que suponen sustanciales ahorros de tiempo y de consumo de energía. Si la cocina es eléctrica, podemos terminar la cocción de los alimentos utilizando el calor remanente de las placas. Lo mismo podemos decir del horno: debemos evitar abrir la puerta.
Desecha los aceites usados correctamente. Estos no tienen una salida fácil e implican un esfuerzo extra para deshacerse de ellos. La primera opción recomendada es que los deposites en un frasco cerrado en un Punto Limpio (consulta el Punto Limpio fijo o móvil más cercano en la web de tu ayuntamiento). Nunca eches los aceites y grasas por el sumidero. Además de dificultar la depuración de las aguas, estos elementos, en su recorrido de tu hogar a la depuradora, pueden absorber sustancias tóxicas que encuentren a su paso. Otra opción es empapar en papel de periódico la grasa sobrante, depositándola después en el cubo de restos orgánicos. Y la última opción será conocer las iniciativas de tu localidad: existen algunos supermercados que recogen este tipo de residuo.
El papel de cocina desechable es muy útil y extremadamente higiénico, pero es mejor alternar su uso con el de trapos o bayetas reutilizables.
Para limpiar el horno, puedes utilizar una solución de bicarbonato sódico como sustituto de los cáusticos. Aun así, si algo se derrama en el horno cúbrelo con sal, será más fácil de limpiar cuando el horno se enfríe. Para los fogones sucede igual. Actualmente, para limpiar las placas eléctricas hay productos especiales que pueden ser muy corrosivos y con químicos que acaban en nuestras cañerías o vertidos. Es mejor usar agua y jabón y una limpieza recurrente que utilizar cada cierto tiempo estos productos. Se puede aplicar lo mismo para el horno: una limpieza cada cierto tiempo con agua y jabón es mejor que una limpieza cada mucho con un producto muy corrosivo.
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