El año 2030 está marcado por las ODS, los objetivos de desarrollo sostenible, que fueron aprobados por todos los estados miembros de las Naciones Unidas. Estos objetivos quieren poner fin a la pobreza, proteger al planeta y mejorar las vidas de las personas de todo el mundo. Gracias al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, aprobado recientemente, estamos un paso más cerca de conseguir estos objetivos sostenibles para el 2030.
¿Pero cuáles son estos objetivos?
Lograr la neutralidad de emisiones para el año 2050, es decir emitir solo una cantidad mínima de gases de efecto invernadero que sea equivalente a la que pueden absorber los principales sumideros de carbono, como son los bosques. Para poder conseguir este objetivo antes de la fecha determinada se ha establecido un cambio completo en la gestión energética del país, como la reducción del 23% de gases de efecto invernadero, llegar al 42% de renovables en el uso final de la energía, una mejora de casi el 40% de la eficiencia energética y el 74% de energía renovable en la generación de electricidad.
Actualmente, el 12% de la energía final es obtenida por energías renovables, mientras que el 40% del total se obtiene de productos petrolíferos. Además, solo el 40% de la electricidad se produce mediante renovables.
En cierta forma, esta transición energética es una vuelta al pasado. Hace siglos el país funcionaba gracias a la leña y molinos hidráulicos y/o de viento para alimentar a las fábricas y talleres. Después, se empezó a utilizar el carbón, luego la hidroelectricidad, seguida por las centrales térmicas, el petróleo, la energía nuclear y por fin el gas natural.
Hoy en día el uso del carbón casi ha desaparecido, como se puede observar en el gráfico de abajo. El consumo de petróleo disminuye poco a poco y las renovables recuperan su posición original de predominio, pero en vez de molinos de viento ahora utilizamos aerogeneradores, centrales fotovoltaicas centrales de biomasa e hidroelectricidad.
En este gráfico se puede observar el cambio en energía utilizada como energía final en 1990, 2007, 2014 y 2019, según datos del IDAE (Balance del consumo de energía final).
Como se observa en el gráfico, 2007 fue el año de mayor consumo de energía final, lo que refleja el gran desarrollo económico (al menos aparente) que vivió el país en esos años. En 2014 el consumo de energía final disminuyó debido a la crisis que afectó al país.
¿Cómo será la energía del futuro?
Si nos basamos en la tendencia del gráfico anterior todo apunta a un aumento de las energías renovables, aún más gracias a la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, en trámite de aprobación. Una de las energías no renovables que va a desaparecer totalmente es el nada sostenible carbón, ya que su uso en la actualidad es muy reducido y en descenso.
Todas estas energías renovables ya están disponibles y en uso, pero se producirá una mayor inversión en ellas, para poder llegar a satisfacer todas nuestras necesidades. Estas energías serán:
- La energía hidráulica, que depende mucho de la estación y la cantidad de lluvia que caiga durante el año. En los años 70 esta fue la manera más importante de generar energía eléctrica, sin embargo, actualmente no tiene potencial de crecimiento.
- La energía solar, que se manifiestan en dos versiones, la energía solar fotovoltaica y la energía solar termoeléctrica. Estos dos tipos de energía están experimentando un gran auge.
- La energía eólica, para la cual se crearán muchos más parques eólicos, aunque están surgiendo problemas debido a que su localización puede causar el deterioro del paisaje.
- También está la energía del subsuelo, en España no se ha explotado mucho este tipo de generación de energía, pero el país tiene un gran potencial geotérmico, por lo que es probable que con los años sea más importante.
- La energía proveniente de biomasa ha crecido exponencialmente en nuestro país, y aún falta mucho que explotar, por lo que no es de extrañar que en un futuro próximo sea una fuente de energía cada vez más interesante.
- Pero la que más se está investigando y más expectación está generando es la pila de combustible de hidrógeno, la cual produce energía eléctrica, sin producir emisiones. El problema es que conseguir hidrógeno (H2) puede ser caro e incluso contaminante según la fuente que utilicemos, por lo que este tipo de energía no es de uso general, pero sin duda es el futuro de las energías renovables.
¿Cómo cambiará nuestra forma de vida con el cambio en la generación de energía?
Tendremos energías renovables, como la energía geotérmica en lugares apropiados, para poder generar la energía necesaria para la calefacción. El transporte es el que más cambio sufrirá, debido a la reducción del uso de productos petrolíferos y a la gran inversión que se está haciendo en la producción de coches eléctricos, para que duren más kilómetros y tarden menos en cargarse. Habrá cargadores para los coches prácticamente en cada ciudad, ya sea grande o pequeña o incluso en el garaje de nuestra casa.
Con el transporte público pasará lo mismo, todos los vehículos dejarán de funcionar con combustibles fósiles y funcionarán mediante electricidad y/o células de combustible. Sin embargo, el mayor cambio que se producirá será la mejora de nuestra salud, debido a la menor contaminación de las ciudades, que antes se producía por las emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas de los coches de combustibles fósiles. Tendremos menos problemas respiratorios y menos muertes debidas a la contaminación atmosférica, así que ganaremos en calidad de vida.
Pero, ¿está la sociedad preparada para este cambio? ¿Cómo podemos colaborar los ciudadanos en la transición energética?
Para empezar, podemos influir en los poderes públicos para acelerar esta transición energética, a través de la participación ciudadana. Y por supuesto cambiar nuestro estilo de vida, empezar a utilizar más el transporte público o la bicicleta, para reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Instalar paneles solares en los tejados de nuestras casas, para ahorrar en el uso de energías no renovables. Si estás pensando en comprarte un coche comprueba sus etiquetas energéticas o piensa en un coche eléctrico. Si vas de viaje a un sitio cercano es preferible utilizar el tren antes que subirse a un avión.
Estos son algunos de los muchos ejemplos que hay para poder ayudar en esta transición energética. Seguro que a tí se te ocurren muchos más, según las circunstancias de tu vida cotidiana.
Lucía González Matas
Fotografía: Pexels
Lo interesante sería es que fueras de pueblo de montaña y te reventasen todos los montes para poner aerogeneradores y todos los valles para hacer pantanos y las zonas boscosas se «incendiasen» por parte de piromanos enfermos, y se reconstruyesen en plantaciones solares,
Pero eso queda muy lejos de tu pisito en la gran ciudad.