Hoy domingo 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y me he puesto a pensar que siempre nos hemos esforzado por mantener buenas relaciones interpersonales con nuestros familiares, conocidos, en la oficina, en la escuela, etc… pero pocas veces por no decir ninguna vez nos preguntamos ¿cómo está nuestra relación con el medio ambiente?. En este camino hacia una vida sostenible que hemos decidido recorrer, plantearnos esta pregunta puede brindarnos respuestas concretas sobre aquello que podamos mejorar, pero también puede impulsarnos a continuar trabajando por el planeta de manera sostenible.
Pensemos un poco, en nuestras relaciones habituales ya sean de amistad, amor o relaciones profesionales ¿cuáles son los valores principales? Primero encontramos el respeto que sin duda es parte esencial de una buena relación, por lo tanto ¿Cuánto respeto tenemos hacia el medio ambiente? ¿en qué acciones podemos traducir ese respeto por el medio ambiente? Como segundo punto encontramos el aprecio a los otros, entonces ¿Valoramos el medio que nos rodea, independiente de si vivimos en la ciudad o en el campo? ¿de qué forma valoramos todo lo que nos brinda la naturaleza? Y un tercer punto sería la cooperación y el dar sin esperar a cambio nada más que el cariño de la otra persona, por lo que analicemos… prácticamente todo lo que tenemos viene del medio ambiente, todo lo que a diario utilizamos tuvo su origen o inspiración en la naturaleza ¿Y nosotros como agradecemos, cómo cooperamos con el medio ambiente?
No se si me ha pasado a mi sola, pero después de pensar en todo esto creo que mi relación con el medio ambiente no es muy estrecha que digamos, creo que he estado abusando de un gran amigo que finalmente me ha brindado mucho y casi no ha recibido nada de mi parte. Pero esta reflexión tiene que servir para cambiar esta situación, decidámonos a reconciliarnos con el medio ambiente, ¿qué tal si recuperamos esa relación? Sí, aquella que teníamos cuando de peques corríamos por el césped, jugábamos con las flores, nos embadurnábamos con barro y nos bañábamos bajo la lluvia. Que tal si ahora adultos, vamos a la playa, a la montaña o al campo, respiramos un poco de aire limpio y admiramos las maravillas que nos brinda un amigo que siempre ha permanecido allí. En las ciudades sintamos la brisa que nos refresca, escuchemos el canto de los pájaros en las mañanas, el olor de las flores, en fin cosas sencillas que nos desconectan de nuestra vida citadina y nos recuerdan que la naturaleza está muy presente así vivamos en una ciudad. Pensemos en cómo devolver un poco de todo eso que a diario recibimos y plantemos árboles, intentemos reducir nuestros residuos, ahorremos agua, usemos la bici y consumamos lo necesario; todos estos pequeños detalles nos reconciliarán con el medio ambiente y seguramente nos harán más felices.
Con el pasar de los años comenzamos a darnos cuenta que no son las cosas materiales las que nos hacen felices sino los momentos que compartimos con otros, la sonrisa en la cara de nuestras personas más queridas, y si tenemos la oportunidad esa sensación inigualable de ayudar desinteresadamente. Enfoquemos en esta oportunidad esa ayuda hacia el medio ambiente, sobre todo ahora que tanto nos necesita y, hagamos de nuestro vivir, una vida sostenible que lucha por ese gran amigo.
Finalmente tal como dice el ex presidente de Uruguay José Mujica “Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana”.
Rosely Rojas Rizzo
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