Las distracciones de los conductores son la causa de más del 30% de los accidentes de tráfico, es decir de una enorme cantidad de daños, incluyendo muchos muertos y heridos. Según la DGT (Dirección General de Tráfico), las distracciones tienen tres causas principales. Para empezar, no se ven como graves infracciones, sino como meros despistes que cualquiera puede tener. Además, los conductores en seguida creen que ya son expertos y que pueden relajarse, aunque tengan el carné desde hace poco. Por último, el acelerado ritmo de la vida moderna hace que algunas personas usen el coche en movimiento para realizar tareas cotidianas que no tienen tiempo de realizar en su casa.
El acto de conducir implica responder a “un conjunto complejo y simultáneo de estímulos” sin un solo momento de despiste. Es decir, el conductor o conductora debe mantener la atención a su tarea, la conducción, de manera sostenida, determinando cuáles estímulos hay que atender y cuáles no y cómo atender a diferentes tipos de estímulos simultáneos (por ejemplo, visuales como una señal de tráfico y acústicos como el sonido de un claxon).
Estas son las principales distracciones al volante, según la DGT:
• Manipular aparatos que no pertenecen a los elementos de conducción, como la radio o el reproductor de DVD.
• Los acompañantes, especialmente los niños, cuando no se quedan quietos y tranquilos.
• El GPS y los mapas de carretera, si se consultan y manipulan con el coche en movimiento.
• El teléfono móvil (recientemente se ha prohibido su uso dentro de vehículos en marcha).
• Comer, beber o fumar, actividades que implican abrir botellas, desenvolver bocadillos o buscar el mechero.
• Buscar objetos, principalmente en la guantera, por ejemplo para sacar un mapa o un pendrive con música.
Hay dos distracciones más que se podrían considerar estrambóticas de realizar en un coche en marcha, pero que la DGT toma muy en serio:
• Maquillarse. Algunas personas tienen la costumbre de dormir un cuarto de hora más y maquillarse o retocarse en el coche mientras van de un lado para otro.
• Leer. Por lo general (no siempre) se aprovecha una retención o un atasco, en que los coches van lentos o se paran completamente.
El peligro de las distracciones está en relación directa con la velocidad. A 100 km/h, una fracción de segundo de pérdida de la concentración puede suponer un grave desastre.
También es importante el tiempo que tarda en detenerse un coche ante un peligro inminente, por ejemplo atropellar a un niño que irrumpe en la calzada. Desde que es visto hasta que se pisa el pedal de freno pasan como media 0,75 segundos, y luego pasa otro tiempo determinado hasta que el coche se para. Según la DGT, esos dos tiempos sumados equivalen a una distancia de entre 40 y 80 metros. Para hacerse una idea, 60 metros es como cinco autobuses puestos uno detrás de otro. En ciudad, y con velocidad inferior, la distancia disminuye (por eso se ha puesto el límite de 30 o 20 km/h). Si se está distraído, la distancia aumenta.
¿Cómo acabar con las distracciones al volante? Lo más importante es conducir a velocidad moderada y prestando los cinco sentidos a lo que se está haciendo. Recibiendo y procesando segundo a segundo las señales y estímulos tanto del coche como del exterior, y respondiendo en consecuencia. Por supuesto, para empezar, cero alcohol o droga de cualquier clase.
Hay otra manera más radical y mucho menos fatigosa: usar el transporte público. En él puedes andar completamente distraído, manipular toda clase de aparatos, leer absorto en la historia, y en general, relajarte por completo. Incluso, en ciertos medios de transporte con espacio suficiente, puedes maquillarte, comer y beber. Lo único que no podrás hacer es fumar.
Más información: folleto divulgativo «Distracciones al volante», de la DGT.
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