Aquellos tiempos: en un brioso discurso en la Universidad de Harvard en 2008, Al Gore arrancó vítores –según se publicó en el New York Times– cuando abogó por que el 100% de la electricidad del país procediese de fuentes renovables en un plazo de 10 años.
Para subsistir los organismos deben estar adaptados a su medio; así mismo estos modifican su entorno en una relación directa. Esta idea ya figura en el primer punto de la Declaración de Estocolmo de la Conferencia de Naciones Unidas Sobre el Medio Humano en 1972. Cuando se pierde la «sintonía» entre las capacidades de adaptarse de una especie y las condiciones del medio, la especie desaparece. Reflexionar y actuar colectivamente en busca de una vida digna es la principal capacidad adaptativa y opción de supervivencia con que cuenta nuestra especie.
El jugoso George Carling (1937 – 2008) lo explicó con claridad meridiana en 1992 aplicando sus grandes dotes de humorista sarcástico en un mítico monólogo «El planeta está bien», desarrollado en un famoso teatro en un año de grandes acontecimientos internacionales en lo concerniente al medio ambiente. En Río de Janeiro tuvo lugar la Cumbre de la Tierra celebrando el 20 aniversario de la Conferencia de Estocolmo.
El color rojo del escudo de la Universidad fue sustituido para la ocasión por el verde (Green is the new crimson). 22 de octubre de 2008.
En 1992, el año del Convenio sobre la Diversidad Biológica y de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, George Carling hizo reír nerviosamente a su audiencia ironizando sobre nuestra precariedad:
«El planeta estará aquí mucho, mucho, mucho tiempo después de que nos hayamos ido, y se recompondrá, y se aseará un poco. El aire y el agua se recuperarán, el suelo se compondrá, y si fuese cierto que el plástico no es degradable, bueno… entonces el planeta incorporará al plástico a un nuevo paradigma: <Tierra + plástico>. El planeta no comparte nuestros prejuicios contra los plásticos. El plástico provino de la Tierra y probablemente el planeta lo vea como otro de sus hijos queridos… Quizás sea una de las razones por las que el planeta nos permitirá irnos: ¡quiere el plástico para él solo! No sabía cómo hacerlo; el planeta nos necesitaba para eso…».
Para dar crédito al humorista con evidencia escatológica hoy día una rica variedad de microplásticos «enriquece» nuestras deposiciones. Y sigue Carling:
«Podría ser la respuesta a la vieja pregunta filosófica: ‘¿Por qué estamos aquí? ¡Plástico!… ¡¡¡Imbéciles!!! Ahora que el plástico está aquí, el trabajo ya está hecho, y ya podemos irnos… ¿Qué haría usted si fuese el planeta? ¿Cómo se defendería de esta molestosa especie… Hummmm… virus! ¡Sí, virus! Estos tipos parecen vulnerables a los virus, los virus están llenos de trucos, siempre mutando, formando nuevas variedades cada vez que inventan una vacuna'».
¡Visionario Carling! ¿Despide quizás un tufillo de catastrofismo? En 1972, el año de la Cumbre de Estocolmo, se publicó el Informe sobre los Límites del Crecimiento coordinado por Donella Meadows del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). En palabras de Meadows se trataba de desafiar a la gente para que encontrase formas de vida coherentes con los límites biofísicos del planeta. El informe tuvo una acogida desigual y diminuto impacto global si nos atenemos a la continua aceleración económica iniciada en la década de 1950, particularmente precipitada desde los años 70. Recientemente la reconocidísima revista científica Nature publicó un editorial que podría calificarse como un acto de contrición en atención al apelativo originalmente otorgado por la revista al Informe Meadows: «Otro tufillo catastrofista», y aquí reside la clave del título de este texto. En realidad este era el sentir del común de la sociedad y la reacción, que no se hizo esperar, fue seguir a rebufo del crecimiento mirando para otro lado para que el tufo del tubo de escape no nos alcanzase.
Un editorial que conmemora el acontecimiento 50 años después, reconoce el mérito del trabajo y parece querer desplazar el debate al ámbito académico: «¿Existen límites al crecimiento económico? Es hora de poner fin a una discusión de 50 años». El editorial termina con la siguiente frase: «En 1972, todavía había tiempo para debatir, y menos urgencia para actuar. Ahora, el mundo se está quedando sin tiempo». Para Nature la disputa se desarrollaría en un marco de controversia entre un concepto de «crecimiento verde” basado en la rápida adopción de tecnologías de menor huella ambiental y un «poscrecimiento» o «decrecimiento». La clave del debate parece estar en el marco mental que utiliza el crecimiento económico basado en medidas como el PIB como forma de retratar el progreso humano. Tanto los partidarios del crecimiento verde como los del poscrecimiento critican el PIB como indicador de progreso humano. Tal como señala el editorial de Nature citando al Consejo de la OMS sobre la Economía de la Salud «El gasto sanitario no contribuye al PIB del mismo modo que, por ejemplo, el gasto militar». La reciente conferencia Estocolmo+50 (Junio 2022) que pretendía ser un relanzamiento de los objetivos de Estocolmo 1972 ha pasado desapercibida en este mundo convulso. Una señal evidente de la resistencia de los poderes a hacer frente a la amenaza.
El citado informe del Consejo de la OMS sobre la Economía de la Salud se centra en criticar el carácter monolítico del PIB abogando por enmendarlo con estos tres objetivos clave:
- La salud planetaria, cuidando de bienes comunes esenciales como el agua limpia, el aire limpio y un clima estable.
- La equidad social.
- La salud y el bienestar humanos, entendido como la posibilidad de prosperar física, mental y emocionalmente, y disponer de las capacidades y la libertad necesarias para llevar una vida digna, con oportunidades y en comunidad.
Richard Wilkinson y Kate Pickett (2019), en su exhaustivo trabajo de investigación sobre los determinantes sociales de la salud y el bienestar, demuestran los enormes perjuicios que las sociedades más desiguales causan tanto al bienestar colectivo como al medio ambiente. En efecto, varios de los fenómenos por los que las sociedades más desiguales son también más agresivas con su medio ambiente dependen del consumismo asociado a temores y comportamientos sociales de ansiedad y ostentación de estatus. No extrañará observar cómo desde mediados de los años setenta han aumentado simultáneamente el PIB y las desigualdades junto con el impacto ambiental; sin embargo no se han producido mejoras equivalentes en el bienestar y salud de las personas. A partir de cierto nivel de renta no mejoran los indicadores de bienestar, salud y la satisfacción cae bruscamente, demuestran Wilkinson y Pickett. De hecho el progreso genuino global, donde se excluyen actividades dañinas para la salud humana y del medio ambiente, habría decrecido desde 1979 (Kubiszewski et al 2013). ¿Cuánto es suficiente para una vida digna?
Las personas tenemos dificultades para traducir los datos macroeconómicos en términos de nuestra actividad cotidiana y de nuestra historia de vida, de forma que no somos capaces de identificar con claridad nuestra posición en el escalafón de renta y consumo (Sola et al 2022); y tendemos a realizar gasto superfluos tendiendo a pensar que esto nos representa mejor ante la sociedad. El viaje del ecociudadano es una herramienta de autoconocimiento desarrollada por la Fundación Vida Sostenible que tiene por objetivo servir de ayuda para representar nuestra posición como ciudadanos usuarios y consumidores de recursos. ¿Cómo ha evolucionado la interacción de nuestra sociedad con la naturaleza y sus recursos en el último medio siglo? ¿Cómo nos hemos adaptado o hemos modificado nuestro medio ambiente en los últimos 50 años? ¿Cómo han influido en los hábitos de la sociedad española?
El viaje del ecociudadano puede ser utilizado como un test de autodiagnóstico social cuyo propósito es ayudar a las personas a tomar mejores decisiones y encontrar caminos viables en esta aspiración universal de tener un vida digna de ser vivida. Las preguntas son en definitiva: cuánto es necesario y cuántas personas pueden aspirar a ello. Se trata de «saber cómo pasar de un consumo derrochador y contaminador a otro más prudente, eficiente y limpio, en un viaje en el que los ciudadanos y ciudadanas deben modificar el ecosistema que determina su modo de vida».
¿Cuánto será suficiente? El uso medio de recursos vivos por los españoles equivale a 4 veces la biocapacidad o capacidad de producir de las tierras de España. El rebufo del crecimiento económico absorbe ya a todo el modelo de desarrollo bajo una visión monolítica del desarrollo humano. Seguimos «chupando rueda» de una maquinaria que con rumbo desconocido consume el ecosistema terrestre y no sabemos cómo controlar. A continuación se presentan algunos ejemplos de El viaje del ecociudadano donde se puede ver el crecimiento imparable del uso de la naturaleza. En cada caso emergen preguntas relativas a nuestras opciones de vida sostenible.
La producción de residuos sólidos domiciliarios en la ciudad de Madrid se ha multiplicado por más de 4 entre 1957 y 2000. La crisis financiera de 2008 significó un descenso en la producción de desechos. (clic para más información)
El consumo de agua envasada en España pasó de 5 litros por habitante y año en 1970 hasta 120 litros en 2020. (clic para más información)
El pico histórico de consumo de petróleo en España se alcanzó en 2005, con más de 1.600 kg por habitante y año. A mediados de la década de 1960, el consumo alcanzó los 500 kg. Y en 1973 superó los 1.000 kg. (clic para más información)
El porcentaje de hogares equipados con distintos tipos de electrodomésticos entre 1980 y 2010 ha crecido vertiginosamente. ¿Cuántos electrodomésticos es preciso tener? (clic para más información)
El porcentaje de hogares que dispone de automóvil en la década de 1970 estaba en torno al 10%. Actualmente se acerca al 100%. (clic para más información)
Texto y fotografías: José Vicente de Lucio
Fuentes citadas:
– Carlin’s, George (1992). ‘The Planet Is Fine’—13:37 in Jammin’ (Vols 14, 8 HBO special) [Album].
– Kubiszewski, I., Costanza, R., Franco, C., Lawn, P., Talberth, J., Jackson, T., & Aylmer, C. (2013). Beyond GDP: Measuring and achieving global genuine progress. Ecological Economics, 93, 57–68. https://doi.org/10.1016/j.ecolecon.2013.04.019
– Nature Editorial. (2022). Are there limits to economic growth? It’s time to call time on a 50-year argument. Nature, 603(7901), 361–361. https://doi.org/10.1038/d41586-022-00723-1
– Sola, J., Diaz-Catalán, C., Sádaba, I., Romanos, E., & Rendueles, C. (2022). The Inequality Mirror: Using a Student Survey to Teach Social Stratification. Teaching Sociology, 50(3), 241–255. https://doi.org/10.1177/0092055X211071131
– Wilkinson, R. G., & Pickett, K. (2019). The Inner Level: How More Equal Societies Reduce Stress, Restore Sanity and Improve Everyone’s Well-being. Penguin Press. Trad. español: Igualdad. Como las sociedades más igualitarias mejoran el bienestar colectivo. (2019). Capitan Swing Libros. Madrid.
Publicado originalmente en el blog Ciudadano autosuficiente del Diario Público
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