Un primer vistazo al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, en el apartado “Residencial, comercial e institucional”, nos da una primera pincelada de lo que nos espera en el mundo de la construcción:
“La Directiva 2010/31/UE establece que a partir de 2020 todos los edificios de nueva construcción sean edificios de consumo de energía casi nulo, adelantando esta obligación a 2018 a todos los edificios ocupados por las administraciones y de titularidad pública”.
¿¡Cómo!? ¿!Edificios que no consumen!? ¡Eso es imposible! Y estás en lo cierto: claro que los edificios consumirán. Al final, todos los espacios, según sus usos y necesidades, requerirán algún tipo de energía para iluminar, calentar, refrigerar, poner en funcionamiento electrodomésticos, máquinas, etc. Pero por ello está ese matiz “casi”
Según la definición de la directiva mencionada, un edificio de consumo casi nulo (ECCN a partir de ahora) es un edificio de eficiencia energética muy elevada que requerirá de muy poca energía y, además, dicha energía deberá provenir de energías renovables. Para hacer todavía más bonitos y más ideales estos edificios, la energía puede ser producida in situ. Es decir, producir la energía en el propio edificio o en su entorno a través de paneles solares, molinos, instalaciones geotérmicas o la alternativa adecuada para el contexto.
Pero, ¿cómo vamos a conseguir que un edificio consuma tan poca energía?
Al final, según un análisis realizado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) en 2011, el 17% de la energía final se destina a las necesidades energéticas del sector residencial. Y, hablando en términos sólo de electricidad (eliminando otras formas de energía como puede ser los productos derivados del petróleo, el gas o las energías renovables), el 25% de la producción se destinaba a la salubridad o confort de las viviendas.
Si lo analizamos por viviendas, la vivienda media española consumía 35,7 GJ (Gigajulios) anualmente, unos 10.000 kWh. Esto, para que os hagáis una idea, es como tener en casa enchufadas, más o menos, 15 neveras todo el año. Pero no 15 neveras cualquiera, sino 15 neveras de las que peor eficiencia energética tienen, de las de etiqueta G. Si fueran A, estaríamos hablando de más de 50.
Así que, ¿cómo es posible reducir tanto la energía? Bueno, pues ahí es donde entra en juego una buena planificación y diseño del edificio y buenas y eficientes instalaciones y sistemas. Un ECCN tiene en cuenta el entorno para ver maximizada la eficiencia energética del edificio. Queremos decir, por poner un ejemplo, que tendrán en cuenta las sombras del entorno que afectarán al grado de luz natural o a la radiación solar que impacta sobre el hogar. O dicho de otro modo: no valdrá solo con construir y construir como ha pasado en España durante tanto tiempo. Hay que planificar mucho más.
- En cualquier caso, algunos rasgos característicos de los ECCN son:
- Un buen aislamiento. Esto permitirá que el edificio tenga mínimas pérdidas de calor en invierno y pocas ganancias en verano.
- Uso de ventilación forzada para ahorrar en climatización. La ventilación forzada renueva el aire mecánicamente reduciendo la necesidad de abrir ventanas con su consecuente pérdida de la temperatura interior. Además, los aires de salida que vienen calientes por haber estado en el interior de la vivienda, se utilizan, en su salida, para calentar el aire que viene del exterior. De esta manera, este sistema requiere de algo de energía pero reduce muchísimo el gasto en climatización.
- Aprovechamiento de la luz natural.
- Instalación de sistemas para la producción de energía procedente de energías renovables de energía solar térmica, solar fotovoltaica, eólica u otros. En este apartado también se incluiría la biomasa que, por ejemplo, se podría usar como combustible para la caldera.
- Y, por supuesto, instalación de sistemas de climatización, agua caliente sanitaria e iluminación altamente eficientes.
Volviendo al estudio mencionado anteriormente comprobamos que, según el clima, la energía para la climatización puede representar hasta el 65% del consumo de la vivienda. Y la del agua caliente hasta un 30%. Si abordamos estos consumos clave, podemos ver cómo se reduce drásticamente el consumo energético. De hecho, en el Código Técnico de la Edificación, se establecen límites máximos de consumo de energía no renovable para edificios de nueva construcción. Así, por ejemplo, en la zona climática más desfavorable de energía, un edificio de nueva construcción puede, como máximo, obtener un 43% de energía de fuentes no renovables. Esto implica que si se produjera la energía “in situ”, es decir, en el propio edificio, estaríamos dejando de pagar un 57% de la factura del mix energético necesario para habitarlo.
Si tienes curiosidad, aquí dejamos unos ejemplos de ECCN es España.
Otro apartado que consume abundantemente son los electrodomésticos. En los lugares donde la calefacción se utiliza poco, el consumo de energía por parte de estos aparatos puede representar hasta un 30%. Pero tenemos la suerte de que los electrodomésticos más modernos poseen una alta eficiencia energética. La mejora ha sido tal en estos electrodomésticos que se ha reescalado la etiqueta energética pudiéndose encontrar en el mercado electrodomésticos con la calificación “A” que son mejores que los anteriores “A+++”. Si además le añadimos la instalación de energías renovables, es posible satisfacer las demandas de éstos con menores impactos ambientales que si usáramos energía procedente de combustibles fósiles.
El panorama de la construcción de ECCNs es halagüeña: los edificios, que representan el 17% del consumo de energía, el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero según la UE, pueden ver reducido la demanda de energía drásticamente y, la que demande, será de energías renovables con la consecuente reducción de emisiones. Aunque esto todavía está lejos de ocurrir y el panorama actual nos deja dudas.
Aunque se construyan edificios de estas características, seguimos teniendo un parque inmobiliario realmente ineficiente. En torno al 90% de los inmuebles son ineficientes. Es decir, necesitamos que se tomen medidas desde las instituciones para facilitar este proceso. Y necesitamos que los grandes tenedores de vivienda se pongan manos a la obra.
Por otro lado, muy apropiado para el contexto actual (aunque también para el histórico en España), nos preguntamos cómo va a actuar el lobby energético ante estrategias que pretenden reducir el consumo que les otorga sus beneficios. Y no sólo reducir el consumo, si no la posible descentralización del poder y control de la energía de sus manos.
Pero estamos en una crisis climática así que hay que abordarlo todo. Podemos decir que queremos este nuevo tipo de construcciones y que queremos más ECCN. Podríamos decir que el futuro depende de ellos. Pero también queremos, porque es necesario, que se reforme el actual parque inmobiliario y que la eficiencia energética y el bienestar social prime asumiendo que los ECCN ya no son una opción sino una obligación para dirigirnos al futuro sostenible.
Darío Montes
Fotografía: edificio de Consumo Casi Nulo en Hong Kong. Fuente: commons.wikipedia.org. Autor: RLPhongkong.
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