La caldera, como su cálido nombre indica, es el aparato donde se calienta el agua que va a utilizarse en las viviendas, bien para calefacción o para agua caliente sanitaria.
Todas las calderas, al igual que una cocina en la que calentásemos un líquido, tiene tres partes: el quemador, que es donde se produce la combustión y se libera la energía del combustible, la chimenea, que es donde se expulsan los gases de la combustión, y el cuerpo de caldera, o la “caldera” propiamente dicha, que es el recipiente donde se produce el intercambio de calor y por lo tanto donde se calienta el agua.
La tecnología ahorradora en las calderas se basa en aprovechar cualquier oportunidad posible para que toda la energía contenida en el combustible, se utilice sin pérdidas en calentar el agua. Y realmente funciona, pues se consiguen rendimientos muy elevados. Para lograrlo se usan varios métodos sencillos. Uno de ellos es la utilización del llamado calor latente de condensación, que aprovecha la energía que desprende el agua al cambiar de estado gaseoso a estado líquido.
Al producirse la quema del combustible en el quemador, siempre se genera de forma natural vapor de agua. Las calderas antiguas desaprovechaban ese vapor eliminándolo por la chimenea sin más como si fuese un gas inútil. Sin embargo, las nuevas calderas de condensación utilizan este vapor, condensándolo y usando la energía que se origina en el proceso para calentar más el agua que contiene la caldera.
Otras fórmulas para aumentar la eficiencia de estos sistemas son la recirculación de los gases de la combustión, aún calientes, para aportar más calor a la caldera. De esta forma, los gases que salen por la chimenea son casi fríos, reduciendo pérdidas de calor y deterioro de los materiales.
Para aumentar todavía más la eficiencia, algunas calderas limitan la temperatura del agua a unos 50 ºC. Esta opción, aunque aumenta el tiempo de encendido de la caldera, reduce considerablemente su consumo ya que no necesita mucha potencia, además de facilitar la condensación.
La eficiencia de este tipo de equipos es tan importante que ya se han tomado medidas legales para prohibir las calderas más derrochadoras e inseguras. Ya desde 2010 está prohibida la venta de calderas de baja eficiencia que no tienen ningún sistema ahorrador, las que funcionaban con carbón como combustible, y las llamadas calderas atmosféricas, es decir, las que realizaban la combustión en contacto con el aire de la habitación en la que estaba el equipo.
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