El comienzo de los plásticos se remonta a 1860, año en el que se buscaba un producto con características moldeables que permitiese adaptarlo a distintas formas; a través de los años evolucionó y se volvió tan práctico que hoy en día “inconscientemente” no podemos vivir sin él. Estamos tan rodeados de plástico, que incluso nos resulta difícil nombrar algo que no lo contenga o no lo utilice.
Pero… ¿en qué punto esto se nos convirtió en un problema? La respuesta a esta pregunta está quizás inmersa en una vida así misma “plástica” a la que nos acostumbramos, una vida en donde parece importarnos más cómo lucen las cosas y las personas por fuera que la calidad de su interior.
En ese instante de nuestra historia en el que decidimos que no nos importaba a dónde iban a parar las toneladas de plásticos que estábamos generando, fue cuando el problema comenzó. Algunos que ya advertían sobre lo inconsciente de esta acción, lograron que el mundo se hablara de su separación del resto de los residuos en aras de la reutilización, pero hoy día eso ya no es suficiente, es necesario reducir.
En una analogía lamentable con el basurero municipal los océanos del mundo están plagados de plástico, tanto que se han fotografiado bolsas plásticas en el océano pensando que eran medusas, y las cifras de especies que mueren cada año atrapadas, o por consumir el plástico que hemos tirado al mar son exorbitantes. Pero nadie alcanzaba a dimensionar el problema hasta que fue descubierta una de las islas de basura plástica de 1.400.000 kilómetros cuadrados ubicada en el norte del océano Pacífico, y que hoy en día sabemos, no es la única.
Seguramente no falta el que dice ¿Y a mí que? Unas tortugas más y unos peces menos… y ahí justo en los peces sigue el conflicto. Por efectos del viento, el movimiento del mar y los rayos del sol, los plásticos que llegan a los océanos se degradan en forma y tamaño, terminando en pequeñísimas partículas que son consumidas por los peces y que acabarán en nuestro plato. Esto no pinta bien en el organismo; a pesar de que deberíamos estar acostumbrados, pues como decía antes en el mundo plástico que inventamos, sus micro partículas están presentes en los ingredientes de productos tan cotidianos como los maquillajes, y la pasta de dientes para mantener la consistencia estos productos.
El plástico mata y degenera, y los microplásticos contienen tóxicos que imitan el comportamiento de las hormonas, con lo cual incluso en concentraciones muy pequeñas pueden producir mutaciones graves, sobre todo a niños y fetos que son más sensibles.
Preocupada por todo esto, una madre comenzó la iniciativa que hoy conocemos como “Plastic Free July”, o el mes sin plástico, buscando generar más conciencia sobre la reducción de plásticos. Guiémonos de los consejos que no solo su página muestra, sino muchas otras en todos los idiomas. Aceptemos el reto de vivir lo que queda del mes sin plástico, seguramente al final del mes, terminemos acostumbrándonos.
“Cada pieza de plástico que hay en el océano ha estado antes en las manos de alguien y en esas mismas manos la solución”
Rebecca Prince- Ruiz, autora de la iniciativa “Plastic Free July”.
Rosely Rojas Rizzo
Más información sobre los daños causados por el plástico en animales y personas en:
El plástico mata
Microplásticos: un drama ambiental que acaba en nuestro plato
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