Esta edición nº 19 de la Semana Europea de la Movilidad va a resultar ser la más interesante de todas.
La Semana Europea de la Movilidad (SEM) llega a su XIX edición en un contexto anómalo, en la recta final del que será conocido como el Año de la Pandemia, que ciertamente ha producido cambios importantes en la manera en que nos transportamos. Tras las semanas de confinamiento –más o menos riguroso según los países– en que la movilidad se redujo hasta en un 90% con respecto a la habitual, las ciudades han comenzado a recuperar su ritmo cotidiano, pero con cambios importantes con respecto a la época pre-Covid-19.
La SEM se celebra este año del 16 al 22 de septiembre. En España, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es el organizador y coordinador principal de la iniciativa. El objetivo principal de la SEM es reducir los viajes innecesarios en coche y fomentar el transporte público, la bicicleta y los viajes a pie. El día 22 se celebra el evento “La ciudad, sin mi coche”, que dio origen a la Semana y que resume su idea original: recuperar la ciudad para la ciudadanía, las personas, terminando con décadas de dominio del coche privado sobre el espacio público.
El tema elegido por la Comisión Europea para la SEM 2020 es “Por una movilidad sin emisiones”, en línea con la descarbonización de la economía europea, que se prevé que esté completada en 2050.
¿Qué cambios se están viendo en el transporte urbano estos días? ¿Van en la dirección impulsada por la Semana Europea de la Movilidad? Lo cierto es que hay buenas noticias y otras no tan buenas. Si hace un año el transporte urbano estaba en una prometedora encrucijada, con las restricciones al coche por un lado y por otro el auge de los nuevos vehículos compartidos y de la bicicleta, ahora los primeros datos de lo que está pasando en las ciudades de la pandemia indican que la bicicleta y el transporte a pie triunfan con claridad, pero que también el uso de coche privado avanza posiciones.
El gran perdedor es el transporte público, que parece ser que se está estabilizando en niveles de ocupación de un 50% en relación con la situación pre Covid-19. Los vehículos compartidos están teniendo diferentes ritmos de recuperación de la actividad según se trate de patinetes y bicicletas, en apariencia más boyantes, o de coches eléctricos, más apagados.
Este repunte del uso del coche privado no debería hacer pensar en que la ciudad va a perder el terreno ganado al automóvil en las últimas décadas. Parece que ocurre todo lo contrario. En Barcelona, el Ayuntamiento ha dado un paso adelante con iniciativas de urbanismo táctico (por ejemplo, marcar con pintura zonas donde los coches no pueden circular, o solo a velocidad muy lenta) y de multar a coches contaminantes que entren en la ciudad. En Madrid, el plan Madrid 360 del actual gobierno de la ciudad no va a cancelar Madrid Central, el distrito de tráfico restringido, sino simplemente va a cambiarle el nombre y añadir una serie de medidas de restricción del tráfico concéntricas que terminarán por abarcar toda la ciudad en 2025.
El coche privado, por su parte, estrena estos meses la puesta en vigor del nuevo protocolo de medición de contaminantes emitidos por el tubo de escape, mucho más estricto y realista que el anterior. Como resultado, los coches de motor de combustión van a ser significativamente más caros (entre otros factores, el porcentaje de los exentos del impuesto de matriculación por su baja emisión de CO2 va a ser muy reducido), y al mismo tiempo van a ver cada vez más obstaculizada su entrada en la ciudad. En teoría, el aumento de precio y de restricciones urbanas jugaría a favor del coche eléctrico.
De manera más general, la pandemia ha puesto de manifiesto con claridad que las ciudades no pueden seguir siendo agujeros negros de ruido, atascos y contaminación. Las tendencias pre-Covid-19 de rescatar la ciudad para la ciudadanía –las personas, no sus vehículos contaminantes– va a seguir en vigor y a ser reforzadas. Esta Semana Europea de la Movilidad, paradójicamente, tal vez sea la que más se acerque a sus objetivos de todas las que se han celebrado.
Imagen: European Mobility Week
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