¿Comes bien? era la pregunta que las madres del siglo pasado hacían a sus hijos cuando se iban a vivir solos. Si alguien hiciera esta pregunta a nuestra sociedad en general, no sería fácil responder que sí. La verdad es que muchas veces comemos muy mal, y no es por falta de alimentos ni de variedad en los mismos. Parte de la culpa la tienen arraigadas ideas como estas cinco que van a continuación:
No tenemos tiempo para cocinar
Seguramente el mito más dañino de todos, que hace que nos atiborremos de comida ultraprocesada. Naturalmente que hay personas que no tienen tiempo material para cocinar, pero hoy la mayor parte de los humanos disponemos de media hora al día como mínimo para preparar nuestros alimentos. Muchas recetas tradicionales se hacen solas (como el cocido madrileño) o se pueden hacer en minutos (como el gazpacho).
No hay alimentos buenos ni malos
Pues claro que hay alimentos buenos y alimentos nefastos. Un buen pan entero con todos los componentes del grano incorporados es un buen alimento, un pan de molde a base de harina ultrarrefinada y azúcar es un mal alimento, porque se vende en paquetes grandes y se supone que debe formar parte importante de nuestra dieta cotidiana. En cambio, un pastel de nata coronado de merengue es un buen alimento, porque está pensado para ser consumido muy esporádicamente, los días de fiesta mayor.
Si mantenemos el equilibrio nutricional, todo irá bien
Peligroso mito, que establece que si tomamos las proporciones recomendadas de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales, estaremos perfectamente alimentados. El problema está en que podemos conseguir estas proporciones comiendo buenos alimentos o extremadamente malos, como el pan del mito anterior. Resulta que la proporción de nutrientes (hidratos, grasas proteínas, etc.) del peor de los panes y del mejor se asemejan mucho, y así ocurre con la comida en general: si usamos únicamente la proporción de nutrientes como única manera de establecer su calidad, nos venderán continuamente gato por liebre (que tienen casi exactamente los mismos nutrientes).
Los alimentos ecológicos no son mejores que los convencionales
Pues claro que son mejores: tienen menos restos de pesticidas y productos químicos potencialmente tóxicos que los alimentos convencionales. Eso es una diferencia de calidad fundamental. En cuanto a nutrientes, los alimentos ecológicos tienen más o menos los mismos que la comida convencional, como cabría esperar, aunque se diferencian en el porcentaje de fracción seca, mayor en los ecológicos, lo que supone que un alimento no ecológico tiene más agua.
El desayuno es la comida más importante del día
El mito del desayuno va asociado al mito de las cinco comidas diarias. En general, se transmite la idea de que hay que hacer una serie de “tomas” de alimentos a horas prefijadas, so pena de caer gravemente enfermos. Esta idea hace que compremos productos “para desayuno” diseñados para ser servidos y comidos en pocos minutos, pues mucha gente madruga y no tiene tiempo de ponerse a hacer tortitas. Estos productos de desayunos suelen ser cereales, zumos y lácteos atiborrados de azúcar, sabrosos pero dañinos a la larga. Lo cierto es que el ser humano está diseñado para comer aleatoriamente, cuando tiene comida a su alcance. Resulta difícil imaginar a nuestros antepasados prehistóricos haciendo cinco comidas al día y teniendo cuidado de no saltarse el desayuno.
En resumen, amigos: cocinemos con frecuencia recetas sencillas, comamos con alegría pero huyamos de los pseudoalimentos, busquemos la calidad (que no siempre es más cara), no rechacemos la comida ecológica y comamos cuando nos apetezca, que la vida es corta y hay que aprovecharla.
Publicado en el blog El ciudadano autosuficiente del diario Público
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.