Fotografía: Carlota López
Imagina que existe una app infalible capaz de decirte la opción de movilidad que realmente necesitas ante cualquier trayecto que tengas que hacer. Algo así como Google Maps pero con un botón que indique “opción más sostenible”. La opción más sostenible de transporte sería aquella más barata, más cómoda, mejor para tu salud y menos contaminante. Son cuatro factores que a veces encajan y a veces no. Sin olvidar que tiene que ser a una velocidad razonable, que no nos haga perder demasiado tiempo en nuestros desplazamientos.
Si nuestro trayecto es inferior a un kilómetro, la opción “caminar” es sin duda la más barata (es gratis), no es incómoda y es rápida (diez minutos de paseo), más saludable (caminar es un buen ejercicio físico y al alcance de todos) y más limpia (emisión cero, a no ser que vayas fumando). Cualquiera diría que no hace falta una app para saber que las distancias inferiores a un kilómetro se recorren fácilmente andando, pero el caso es que un porcentaje elevado de los viajes en coche corresponden a trayectos inferiores al kilómetro, e incluso a los 500 metros.
Si usamos el coche para recorrer ese kilómetro, tenemos una opción que cuesta dinero (entre 5 euros y 50 céntimos, depende de la pauta de uso del coche), ultracómoda, eso sí (vas sentado todo el rato), menos saludable (el sedentarismo aumenta el riesgo de obesidad y otros problemas) y mucho más contaminante (unos 100 gramos de CO2 y cantidades variables de óxidos de nitrógeno, partículas, benceno, etc.). Además, es frecuente que si se usa el coche haya que perder tiempo buscando aparcamiento, lo que eleva el tiempo de viaje (contando con la búsqueda de aparcamiento, el tiempo que se tarda en coche y caminando en trayectos cortos es muy parecido).
Este es un ejemplo clásico del derroche de movilidad, es decir, del uso de recursos exagerados para nuestras necesidades de transporte. Pero en el mundo real, muchas personas usan el coche (generalmente en trayectos mucho más largos que un kilómetro) porque, a pesar de los atascos, pueden ir a trabajar en menos tiempo del que les llevaría usar el transporte público. ¿Cómo se puede medir el derroche de movilidad en este caso?
Hay muchas formas, una de las más conocidas consiste en calcular el peso y espacio ocupado por la opción coche y por las otras. Cien personas en coche necesitan 75 vehículos (la media de ocupación es de un conductor y un cuarto de pasajero) para moverse y forman una masa vehicular de unas 100 toneladas de peso que ocupa aproximadamente 2.000 metros cuadrados –y lanza a la atmósfera diez kilos de CO2 por kilómetro recorrido.
Las mismas 100 personas pueden ir cómodamente sentadas en dos o tres autobuses, que pesarán unas 25 toneladas y ocuparán menos de 200 metros cuadrados. La emisión de CO2 se reduce a unos 4 kg por kilómetro recorrido. Las mismas cien personas en bicicleta necesitarán algo más de espacio, aunque mucho menos que el coche, y su emisión de CO2 será cero.
Los coches, además, no se volatilizan después de ser usados para un trayecto. Hay que aparcarlos en algún sitio, pues, a diferencia de los vehículos de transporte público o los coches compartidos, pasan un 95% del tiempo parados y sin actividad, y los coches inactivos ocupan aproximadamente un tercio del espacio público disponible en las ciudades.
El derroche de transporte es como el derroche de energía, implica desperdiciar un valioso recurso sin provecho para nadie, y causando un impacto muy negativo sobre nuestro medio ambiente. Al igual que el desperdicio de energía, el derroche de transporte se combate con medidas de eficiencia. La principal medida de eficiencia de transporte es ajustar nuestro vehículo a nuestras necesidades.
Podemos obtener resultados sorprendentes simplemente parándonos a pensar un poco. Muchas personas gastan dinero (y no ahorran apenas tiempo) usando el autobús para trayectos de dos kilómetros, hasta que descubren que pueden cubrir fácilmente esa distancia caminando. Hay muchas posibilidades. Un trayecto de 20 km es perfecto para hacerlo en bicicleta, sobre todo si la empresa da facilidades (un lugar para guardarlas, duchas, etc.). Un trayecto de 50 km hecho exclusivamente en coche se puede hacer de manera más eficiente dejando el vehículo privado en un aparcamiento a mitad de camino, y usando el transporte público para el resto.
La pregunta que podemos hacernos sería de este estilo: ¿puedo hacer mis desplazamientos cotidianos de otra manera más barata y saludable y menos contaminante, sin renunciar a la comodidad y a la rapidez? Es sorprendente la cantidad de alternativas que tenemos a nuestro alcance: caminar, bicicleta (propia o compartida), redes de coches compartidos, vehículos alternativos (desde los patinetes a los “tuizis”), compartir vehículo con los compañeros de trabajo, combinar trayectos en diferentes medios de transporte, practicar el teletrabajo… incluso cambiar de coche y hacerte con uno más pequeño o más eléctrico.
Tienes muchas más alternativas adaptadas a cualquier necesidad en esta web, “Adelgaza tu línea de CO2”, de Euskotren.
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