¿Por qué se estiman las necesidades de agua en España en más de 35.000 hectómetros cúbicos, más de 800 veces la cifra anterior?
Se trata de un malentendido. Aparte de los irrenunciables dos litros por persona y día, no necesitamos agua. Lo que sí necesitamos es alimentarnos, eliminar nuestros desechos corporales, limpiar nuestro cuerpo, nuestra ropa, la vajilla y la casa, artículos y bienes de consumo, esparcimiento que incluya la posibilidad de nadar, y tal vez ornato en las calles en forma de fuentes urbanas.
Algunos de estos procesos se podrían llevar a cabo sin emplear agua -como es el caso de la limpieza de tejidos en cámaras de ultrasonidos, o la eliminación de desechos por tuberías neumáticas- pero en general lo más cómodo y adecuado es emplear el socorrido líquido. Además, las plantas comestibles y los animales necesitan agua más o menos como nosotros.
De manera que, siendo realistas, las necesidades razonables de agua superan de largo los 42,5 hm³ anuales. El problema es averiguar cuál es la cifra de trabajo, a partir de la cual se pueda empezar a diseñar un sistema de abastecimiento con el adecuado margen de seguridad.
¿Por qué no podemos gastar toda el agua que queramos?
Por la sencilla razón de que el agua procede de la lluvia, y la lluvia es irregular. Nunca podemos estar seguros de que lloverá mañana… o el año que viene. Por esta razón, lo lógico y conveniente es utilizar como cifra de agua disponible el supuesto peor, es decir, una serie de años secos. Si pensamos que el agua disponible es la que cae un año medio, y la consumimos toda, tendremos problemas cuando llegue esta sucesión de años secos.
¿No sería mejor construir más embalses, para que no se desperdicie ni una gota de agua en el mar, en lugar de poner en marcha medidas de ahorro?
En primer lugar, el agua no se desperdicia cuando corre por los ríos y termina en el mar. Los ríos son ecosistemas que necesitan agua para la vida de las plantas y animales que en ellos habitan, y aportan nutrientes a la vida marina cuando desembocan en el mar. Es necesario dar a la naturaleza su parte, es decir, el caudal mínimo para que no se vean gravemente afectados el río, la fauna y la flora, comúnmente conocido como caudal ecológico.
Además, la red de embalses de la península ibérica es ya la más densa del mundo, con la posible excepción de California. En realidad, la red de embalses es capaz de acopiar casi la mitad del agua total disponible (en un año medio). Pero los años medios son una entelequia estadística: cuando llega una sucesión de años secos, simplemente no hay agua disponible que almacenar. Un embalse no sirve de nada si está vacío, y eso es lo que ocurre en un período largo de sequía.
El ahorro de agua es por lo tanto una manera de disponer de agua sin temor a las restricciones. Se trata de fijar un consumo sostenible, que siempre esté por debajo de la cantidad de agua disponible en el supuesto peor, es decir, en época de sequía. Por ejemplo, instalar grifería economizadora de agua en 10.000 viviendas equivale a construir un depósito de agua ahorrada del tamaño de un pequeño embalse… lleno de agua.
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