Ambientales
Hoy las cocinas han perdido parte de su antiguo prestigio –es difícil encontrar una gran cocina en un piso moderno– pero siguen siendo enclaves de la mayor importancia, pues en ellos se preparan los alimentos y se generan directamente la mayoría de los residuos que se producen en la casa.
Por ejemplo, del tamaño y disposición de la cocina depende en buena medida el éxito de los programas de recogida selectiva de residuos: es evidente que un espacio amplio facilita mucho la colocación de los diferentes tipos de materiales en sus correspondientes contenedores. Ante la escasez de espacio, diseñadores hábiles están ofreciendo cubos de varios compartimentos que caben casi en cualquier sitio.
La cocina es la verdadera sala de máquinas de la casa. En ella podemos encontrar, además de los fuegos, hornos de microondas, hornos eléctricos anejos, batidoras y pequeños electrodomésticos, etc. Muchos de estos aparatos son muy útiles, pero otros son olvidados en un rincón después de uno o dos usos.
Puedes averiguar si tu Ayuntamiento cuenta con iniciativas y subvenciones para la adquisición o cambio de electrodomésticos ecoeficientes. En algunas Comunidades Autónomas, como en Galicia está en marcha un Plan Renove de estos aparatos.
Económicos
El ahorro económico que podemos conseguir empleando más eficazmente la cocina (por ejemplo, usando procedimientos rápidos de cocción) es bastante reducido. Pero hay que tener en cuenta que puntualmente puede suponer un importante derroche. Por ejemplo, una vitrocerámica tiene una potencia de más de 5.000 vatios con los cuatro fuegos encendidos. Por lo general, si nuestra cocina es eléctrica, podremos ahorrar una sustancial cantidad de dinero utilizándose de manera economizadora.
Sobre todo apuesta por adquirir hornos y demás electrodomésticos de cocina tipo A, es decir, de alta eficiencia energética. Aunque requieren una inversión inicial más elevada, a medio/largo plazo se amortizan.
Mucho mayor es el beneficio si ponemos en práctica sistemas culinarios economizadores, aprovechando de la manera más completa posible los alimentos que compramos, procurando reducir los desperdicios al mínimo, y reciclando las sobras en sabrosos platos.
También podemos ahorrar si reducimos el gasto de materiales de un solo uso como servilletas desechables y papel de cocina, film de plástico y envoltorios de aluminio desechable.
Otra manera eficaz de reducir el gasto es no comprando artilugios de cocina que no vayamos a usar con regularidad: aparatos como las licuadoras (tras una primera experiencia de limpieza, su uso se suele reducir sensiblemente), sandwicheras (puedes usar una sartén corriente para calentar tus bocadillos o sandwiches) o algunos aparatos singulares de venta por correo, como los pelafrutas eléctricos o los abrelatas automáticos.
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