Fotografía: Europeana

Casi sin darnos cuenta, el coche se ha convertido en el mayor obstáculo en el camino hacia una energía sostenible

¿Por qué se sigue sacando petróleo de la tierra en lejanos países y enviándolo en barcos gigantescos por todo el mundo? Nuestro frigorífico consume electricidad fabricada mediante una mezcla de energía renovable, gas natural y carbón, y podría perfectamente prescindir de estas dos energías fósiles. La industria se abastece de electricidad y secundariamente de gas natural. El comercio y la agricultura hacen más o menos lo mismo. ¿Quién quema petróleo entonces? Pues es muy sencillo, tu coche, y a razón de una tonelada al año.

Unos 24 millones de turismos, a tonelada por unidad, 24 millones de toneladas, suponen más del 42% del consumo petrolífero de nuestro país. (En realidad, sumando el consumo de gasolinas, gasóleos de automoción y queroseno de aviación, llegamos al 80% del consumo).

Te sorprenderá saber que, de los 60 litros de combustible con que llenas el depósito de tu vehículo, 10 proceden de dos países en guerra: Libia (10,5 % del consumo total) e Irak (6,9 %). Vemos en los noticiarios los horrores de la guerra que consume a estos países, originada en parte por el control del petróleo, pero seguimos llenando el depósito tan tranquilos.

Este enorme consumo de combustible por los particulares en sus coches privados se podría recortar a una tercera o incluso a una cuarta parte. Y esto se puede hacer de dos maneras: eliminando los viajes inútiles y reduciendo el tamaño de los vehículos. Estos dos “yacimientos virtuales de petróleo” podrían ahorrar unos 15 millones de toneladas de combustible al año. Y esto se puede hacer a corto y largo plazo. ¿Cómo?

Muchas personas utilizan el coche para ir a comprar el pan y luego vuelven a usarlo para ir a comprar el periódico. Podemos empezar por ahí. Si haces un único viaje para comprar el pan, el periódico y todo lo demás, ahorrarás mucho combustible. También es posible organizar todos los viajes al trabajo, al colegio, al mercado, al médico, etc., combinándolos. Estamos hablando de cuando el coche es necesario para moverte, en el medio rural, ciudades pequeñas o en periferias urbanas.

Si vives en una gran ciudad, dentro del casco urbano, lo más seguro es que no necesites coche. Puedes usar las redes de transporte público, que son mejores de lo que se piensa. Todas incluyen abonos y tarjetas que te permitirán ahorrar mucho dinero (calcula que pasarás de unos 400 euros de gasto al mes en el coche a 50 o 100 como mucho usando el transporte público). Muchas personas consideran el transporte público incómodo y lento, aduciendo que un trayecto de 20 minutos en coche se transforma en 40 minutos en metro o autobús. Respecto a la incomodidad, depende mucho de la hora y otras circunstancias, pero el transporte público tiene una gran ventaja sobre el coche privado: no necesitas trabajar de chófer manteniendo una constante atención a los peligros de la carretera, puedes relajarte leyendo una novela. Respecto al tiempo, por lo general se sobreestima el utilizado en el transporte público y se rebaja el usado en el coche (por ejemplo, no teniendo en cuenta en el cómputo los atascos que nos tragamos más de una vez, sino el viaje más rápido que hemos hecho). Al final, tenemos que tal vez tardemos 15 o 20 minutos más en metro o autobús, pero ahorramos mucho dinero… y podemos leer un montón de novelas o libros serios. Hay gente que se ha hecho un doctorado en el autobús, cosa imposible si vas conduciendo.

A más largo plazo, podemos recortar mucho el gasto de combustible simplemente comprando un coche pequeño (o mejor todavía un eléctrico, que es harina de otro costal). Un coche bien diseñado puede funcionar muy bien con un motor de 25 cv para llevar a cuatro personas con una velocidad punta de 100 km/h, con un consumo de combustible realmente reducido. Pero el coche medio que se vende en España tiene una potencia mucho mayor y un consumo en proporción. Los coches mínimos (como el Tata Nano) son un fracaso comercial porque los compradores no quieren un vehículo de transporte barato y sencillo, sino un símbolo de posición social, grande y a ser posible “agresivo”. Aunque hay coches muy aceptables por poco más de 6.000 euros, el precio medio de venta de un coche en España es el triple de esa cantidad.

Tu coche es el ingrediente necesario de la demanda y quema masiva de petróleo y de la emisión de cientos de millones de toneladas de CO2, causantes de la emergencia climática que estamos viviendo. Sin contar con que, en tu localidad, causa la mayor parte del ruido y la contaminación. ¿No puedes ir a comprar el pan andando, como todo el mundo?

Jesús Alonso Millán

 

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