El pasado 29 de diciembre se prohibió en Madrid la circulación de los coches con matrícula terminada en número par. Es la gota que colma el vaso, un hito histórico de la guerra contra el coche. Hay muchas más señales: reducción de velocidad por episodios de contaminación, próximas prohibiciones del diésel o del coche térmico en general, peajes urbanos, propuestas de zonas limitadas para circulación, áreas de prioridad residencial, días sin coches, planes de movilidad sostenible, nuevos impuestos a los vehículos más contaminantes, mayores tasas de aparcamiento a los vehículos más antiguos, etc., etc. Los días en que nos movíamos en nuestro coche por la ciudad como Pedro por su casa han terminado. Hay que ir pensando en cambiar de vehículo, y aquí te presentamos algunas opciones y pasos a dar.
Para empezar: vende tu viejo coche
Es verdad que no sacarás mucho, pero te quitarás de encima un vehículo engorroso y contaminante y obtendrás algún dinero para afrontar la siguiente fase. Si tu coche es diésel, es probable que te salga a cuenta venderlo aunque sea semi-nuevo.
Haz números: ¿deberías comprarte otro coche?
Solamente te saldrá a cuenta comprar un nuevo vehículo si usas el coche todos los días durante un tiempo prolongado. Si estás en esa circunstancia, tienes la opción de comprar el coche más pequeño y económico que haya en el mercado (que no sea diésel) o bien un eléctrico asequible. Ten en cuenta que un coche de 5.000 euros de cuatro plazas hace exactamente el mismo servicio que un coche de 35.000 euros de cuatro plazas, ninguno puede circular a más de 120 km/h (en autopista) o 90 km/h (en carreteras secundarias). Los híbridos resultan caros, aunque pueden salir a cuenta si tu trabajo implica usar continuamente el coche en trayectos cortos.
Considera otras opciones de vehículos que no son coches…
…pero que pueden hacerte el mismo servicio, llevarte de un lado para otro. Si solo tienes que transportarte a tí mismo, sin equipo voluminoso añadido, una moto es una buena opción, mejor si es eléctrica. Y también puedes investigar el campo de los VLUE (Vehículos Ligeros Urbanos Eléctricos), en los que hay de todo: desde cochecitos bastante confortables a ruedas con un soporte para los pies.
Vuelve a hacer números: considera el coche público o compartido
Se trata de un ancho campo, que incluye desde los taxis de toda la vida que paran cuando les haces una señal a los modernos sistemas de coche eléctrico que se localizan y pagan mediante un smartphone. En medio, toda clase de servicios de car-sharing, car-pooling y en general de uso del coche con sentido común (la lista es larga y no para de crecer: Respiro, Bluemove, Emov, Car2Go, Cabify, Uber, etc.). Incluso puedes organizar tú mismo un sistema de coche compartido con amigos y conocidos que tengáis trayectos coincidentes. Se paga por minuto consumido, calcula cuantos minutos usas el coche en un día normal y multiplícalo por las tarifas más usuales (19 céntimos/minuto). Un trayecto medio en taxi sale por unos 10 euros, podrías hacer 500 trayectos con lo que te cuesta al año el coche en propiedad.
Bicicleta y caminar
Si crees que puedes utilizar tu propia energía para moverte, estás de enhorabuena. Para trayectos de hasta 25 km, la bicicleta es la mejor opción. No es ninguna locura jipi, en muchos países usan las bicis respetables señoras y señores y la usan en cualquier circunstancia atmosférica. La razón de su éxito está en que el uso de la bicicleta produce endorfinas, la droga legal que genera el ejercicio físico, y en que además ofrece una versatilidad sin parangón: puedes cogerla a cuestas para salvar un obstáculo o meterla en el metro, por ejemplo. Caminar ofrece las mismas ventajas pero con una velocidad mucho más reducida.
Otras opciones
Reducir viajes innecesarios puede ser una buena opción. Considera las posibilidades de flexibilidad que ofrece tu trabajo: trabajar solo cuatro días a la semana con jornada algo más larga, combinar el teletrabajo con el trabajo in situ, etc. Tal vez debas empezar por ahí: si reduces tus necesidades de transporte solucionarlas se hace más fácil.
¿Y qué hay del famoso transporte público?
Muchas personas consideran, con razón, el transporte público como una opción inferior al coche porque los trayectos les hacen perder tiempo. Si comparas 20 minutos en coche con 40 minutos en metro o cercanías, no hay color. Pero hay que tener en cuenta que tendemos a subestimar la duración del viaje en coche y a hacer lo contrario con el viaje en transporte público. Si hacemos un cálculo más afinado incluyendo los atascos, podremos encontrar que el viaje en transporte público supone un tiempo extra pequeño, que se puede compensar si tienes en cuenta que en el metro o en el autobús puedes viajar distraído y leyendo una novela, cosa imposible de hacer si estás al volante de un coche.
Jesús Alonso
Nota: la fotografía de arriba es un fragmento de la portada de la revista Blanco y Negro, que publicó el 5 de febrero de 1972 el «Segundo informe sobre la contaminación atmosférica [en Madrid]» bajo el titular «Estos gases son venenosos». Sí, hace 45 años. Como se ve, la contaminación generada por los coches nos ha pillado completamente por sorpresa.
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