Últimamente se habla mucho de 2050, el super año, el nuevo año 2000, la culminación de un montón de políticas a largo plazo orientadas hacia la sostenibilidad. Lo más sensacional y notorio es el objetivo de “descarbonizar” el mundo casi por completo dentro de 30 años, con todo lo que eso supone para la economía, la sociedad y también para nuestra vida cotidiana. Pero ¿de verdad va a cambiar todo tanto? Una manera de responder a esta pregunta es echar un vistazo a 1990, hace 30 años, una eternidad. Tal vez la situación de 1990, vista desde la actualidad, nos ayude a barruntar la situación de 2050.
Dos máximos: siniestralidad y consumo de proteínas animales
En 1989 se alcanzó el máximo de la violencia vial, con 8.218 víctimas mortales, y había menos coches en circulación que ahora. En los últimos años el número de muertos se ha dividido por cuatro, aunque crece el número de víctimas vulnerables, es decir ciclistas y peatones. En 2050 deberíamos esperar cero víctimas.
Hacia 1990 se alcanzó el máximo de consumo de carne y leche, con unos 80 y 100 kilos de cada producto, respectivamente. Desde entonces la carne y la leche reducen poco a poco, de manera sostenida, su aportación a la dieta. Es muy probable que en 2050 el flexitarianismo domine el paisaje alimentario, con grandes contingentes de veganos y vegetarianos.
Del abono de transportes al transporte multiopción
El Consorcio Regional de Transportes de Madrid se creó en 1985 y el 1 de enero de 1987 introdujo el Abono Transportes, una tarjeta válida para moverse tanto en metro como en autobús. Todos los sistemas de transporte público, a partir de ideas tan sencillas y eficaces, han creado herramientas para facilitar el uso de sus redes y han multiplicado las opciones ciudadanas, que actualmente incluyen patinetes, coches compartidos, taxis, VTC, etc. En 2050 los ciudadanos utilizarán redes de transporte comunitario “denso” que incluirá opciones y maneras de acceder a ellas que ahora mismo son difíciles de imaginar.
De la erradicación del plomo en la gasolina a la erradicación de la gasolina y el diésel
La eliminación paulatina del plomo en la gasolina fue un gran problema a resolver en la década de 1990. Como ocurre hoy en día con la reducción progresiva de los coches diésel, se negociaron prórrogas y se fue reduciendo progresivamente el parque de vehículos contaminantes, aunque en enero de 2002 eran todavía dos millones. Hoy en día un coche lanzando plomo tóxico por el tubo de escape sería considerado una atrocidad ambiental, pero todavía hay un gran margen de tolerancia para otros tóxicos, como las micropartículas y los óxidos de nitrógeno, que se supone que en 2050 serán un lejano recuerdo.
La resurrección del AVE como transporte de masas
Renfe no utilizó el argumento ecológico en los anuncios de sus trenes Madrid-París (1991), sino el confort, los múltiples servicios que ofrece el tren y el sustancioso ahorro (teniendo en cuenta el precio disparatado de los hoteles parisinos) de dos noches de hotel. Treinta años después, ya como una empresa conjunta Renfe-SNCF (Société Nationale des Chemins de Fer, la Renfe francesa), la oferta del ferrocarril juega la carta de la alta velocidad y de la baja huella de CO2 de este medio de transporte. Una filial de SNCF, Ouigo, ya ofrece rutas a bajo coste en las líneas del AVE, y la reciente propuesta de redirigir pasajeros de vuelos cortos al ferrocarril incrementará esta tendencia.
Más de treinta años sustituyendo calderas de carbón, y todavía quedan unas cuantas
Hacia 2000, el Plan de Subvención de Energías Limpias de Madrid fue otra denominación de los esfuerzos por sustituir las anticuadas calderas de calefacción de carbón por versiones más modernas alimentadas con electricidad, gas natural (la energía de preferencia por entonces) o incluso gasóleo. Iniciado a comienzos de la década de 1980, el programa de erradicación de calderas domésticas de carbón todavía no ha cumplido sus objetivos en 2021, y es posible que en 2050, con un parque de calderas domésticas eléctrico y solar al 100%, aún quede alguna instalación jurásica en funcionamiento..
La energía del futuro avanza y luego retrocede
En 1990, la red de Gas Natural, a partir de un punto de origen en Barcelona, solo cubría ciudades importantes del norte del país, y por el sur apenas llegaba a Madrid y Valencia. En esta época el gas natural se postulaba como la energía del futuro, más limpia que el carbón y el petróleo y muy flexible, capaz de surtir toda clase de usos domésticos, incluyendo la automoción. La red de gas creció rápidamente hasta cubrir todo el país, como hicieron los consumos. En 2020 el empleo de gas natural para producir electricidad está siendo amenazado por la creciente penetración de las renovables. En 2050 el gas natural sería ya una energía residual, la última de origen fósil de uso en los hogares.
El cambio climático, de plácida preocupación ecologista a candente debate político
En 1988 se editó una publicación conjunta de Aedenat (Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza), Coda (Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental), CCOO y UGT: “Ante el cambio climático, menos CO2”. En 2000, Amigos de la Tierra lanzó una “Campaña joven para frenar el cambio climático”. Se trataba de iniciativas bien vistas y completamente inofensivas. En 2021 se habla de los avances hacia la sostenibilidad muy críticamente por parte de determinados sectores de opinión: se dice que nos quitarán el coche, que prohibirán el consumo de carne y que nos obligarán a comer insectos. La llamada lucha contra el cambio climático está siendo discutida con amplitud y con pasión, lo que es algo muy interesante de cara a tener un mundo mejor para 2050.
Cuarenta años de recogida selectiva de vidrio: ahora es el turno de los plásticos y el brick
En 1993 Tetra Pak insistía en las ventajas ambientales de sus envases “bricks” (ligereza y ahorro de espacio) y planteaba (como posibilidad más bien teórica) su reciclaje. En 2021 papel/cartón, vidrio y metales (hojalata y aluminio) gozan de buenos índices de reciclaje y en realidad parecen ya funcionar dentro de los parámetros de la economía circular. Pero tanto los bricks como los plásticos tienen grandes dificultades para insertarse en el engranaje de la economía circular. Se plantea incluso abiertamente la desplastificación de nuestra sociedad. Hablar de un mundo sin plásticos en 2050 tiene mucha lógica, y tal vez para entonces los bricks tengan un procedimiento eficiente de reciclaje en circuito cerrado.
El largo camino hacia los coches de emisión cero
5 litros de gasoil a los 100 km era el moderado consumo del BMW 324d, según el fabricante, en un anuncio de 1986. Esto le daba pie a calificarlo como «un vehículo más ecológico». En 1986 había menos de un 10% de vehículos diésel rodando por las carreteras en España. En 1998, el lema “Coches limpios – evolución natural” esgrimido en una publicación de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) y ANIACAM (Asociación Nacional de Importadores de Automóviles, Camiones, Autobuses y Motocicletas) resumió la idea principal de los fabricantes de automóviles en relación con la contaminación generada por los vehículos que fabrican o importan: una postura cautelosa de mejorar los índices de emisión paulatinamente, gracias a mejoras graduales de la tecnología de los motores diésel y de gasolina, sin ninguna ruptura tecnológica. En 2021 esa postura sigue siendo popular entre los fabricantes de coches, pero la fecha fatídica de 2040 como punto final del coche de motor térmico hace pensar que en 2050 los coches de gasoil y de gasolina serán vehículos vintage.
Paredes de papel
Un anuncio de aislamientos ISOVER (una marca de Saint-Gobain) publicado en 1983 proporciona una solución para la mala calidad de construcción de las viviendas, sobre todo de las erigidas en el boom de la década de 1960 y 1970. La norma de referencia era la NBE-CT-79 (citada en el anuncio), publicada cuatro años antes pero con estándares de calidad bastante endebles. El argumento principal era dejar de oír la matraca de los vecinos, no el aislamiento térmico y correspondiente ahorro en los gastos de climatización. En 2021, 14 años después de la entrada en vigor del avanzado Código Técnico de la Edificación, el tamaño del parque de viviendas mal o muy mal aislado se estima en varios millones. Es de suponer que en 2050 la mayoría de las casas en España será clase energética A o incluso edificaciones pasivas.
Del Ibertex a internet y de ahí a otra cosa
El impacto actual de internet sobre las pautas de consumo es impresionante, incluyendo la eliminación del acto «presencial» de la compra. Hace tres décadas Ibertex, la versión local del videotex, calcada del Minitel francés, se abría camino laboriosamente en el campo de la teleinformación interactiva, entre grandes dificultades técnicas pero sobre todo culturales: «… el principal enemigo del videotex es la falta de cultura telemática de los usuarios españoles. Aunque ya todo el mundo es capaz de usar un fax y nadie se asusta de obtener dinero de un cajero automático, el uso de terminales de consulta todavía es extraño para la mayor parte de los españoles». (Miguel González-Simancas y Rafael Chamorro: Situación actual de Ibertex. El profesional de la información, mayo de 1993). Actualmente queda una minoría irreductible que no usa las redes telemáticas, principalmente personas de mucha edad y algunos intelectuales. Cómo será la situación en este campo en 2050 es difícil incluso de elucubrar. Inventos como la computación cuántica y el Internet de las Cosas hacen pensar en un mundo hiperconectado, que puede ser una bendición o una pesadilla.
La lenta limpieza del aire de la ciudad
Hacia 1990, un nivel de inmisión de dióxido de azufre (un precursor del ácido sulfúrico) de 150 microgramos /m3 de aire se consideraba bastante razonable. Actualmente se consideraría completamente inaceptable, pero seguimos considerando “aceptables” concentraciones de tóxicos en el aire muy elevadas, del orden de 100 microgramos /m3 de óxidos de nitrógeno, por ejemplo. La contaminación en las ciudades europeas ya no es directamente agobiante y bien visible, como lo era hace treinta o cuarenta años, con el aire convertido en un chapapote de partículas de hollín y dióxido de azufre, pero sigue siendo preocupante. ¿Tendremos índices de contaminación próximos a cero en 2050?
Jesús Alonso Millán
Imagen: Fragmento de un flyer de CEPSA publicado en 1992.
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